El licenciado Fojaco le gritó al licenciado Manubrio en su oficina:
—Oiga, Manubrio, ¿de qué se trata? Le pagamos mucho a ese encuestador y nuestro candidato va en quinto lugar. No la chingue, nos está picando los ojos. Necesitamos que aparezca en segundo, arriba del licenciado Bigotes. Ya sabe que estamos en el uno-dos con Menchaca que es el pun-te-ro. Dígale que lo requerimos ya, pero a la voz de ya, en el segundo lugar debajo de Menchaca.
—Sí, licenciado.
—Y si no, le cancelamos el contrato, faltaba más, bola de… Y eso sí, que el pun-te-ro, rebase a todos por unos, mmm, qué será, diez, no es muy poco, 20 puntos para que se lo crean y se lo mandemos a la doctora y nos elijan.
—Sí, licenciado.
Y dígales a los reporteros que le muevan a su Twitter para descreditar a nuestro enemigo y a hablar bien de nuestro candidato y sobre todo del pun-te-ro. Que si quieren croquetas, que le metan, ya va a finalizar este mes y necesitamos que generen “perceición”.
—Percepción, licenciado.
—¿Qué?
—Nada, yo les digo.
—Pues a mover las nalgas que tenemos hasta noviembre, ¡órale!
Manubrio toma su WhatsApp y comparte las encuestas —ya cuchareadas y con sopera— en su lista de difusión y les pone el mensaje “ahí te encargo”, “dale con Tokio, hermanito”, “urge que se muevan los datos, ya estamos por amarrar”.
Lo que ocurre con Fojaco pasa en las nueve entidades del país donde se elegirá gobernador (a).
Puebla no es la excepción.
Cada equipo de campaña trae su propia encuestadora, ¿a cuál creerle? Difícil. Quizá habría que hacer un ejercicio de juntar todas para sacar una encuesta de encuestas, pero como no hay observadores externos y todos los involucrados tienen intereses, no hay manera.
Lamentablemente, aún no se han fijado los métodos y reglas para transparentar el trabajo de las empresas demoscópicas. A veces, parece que hacen bien su trabajo, pero a veces, se convierten en meros instrumentos de propaganda.
Las encuestas no son métodos democráticos, son instrumentos políticos para legitimar o deslegitimar, pero el problema es que muchas compañías ya están desacreditadas.
Lo que vemos hoy es que no sólo se quiere generar percepción sino presión para acorralar hasta el propio Comité Ejecutivo Nacional de Morena. Seamos honestos, el ciudadano de a pie, le viene valiendo un rábano la elección del Coordinador de los trabajos de la cuarta transformación, de entrada, ese nombre tan largo hace que cualquiera bostece.
Es nada más la lucha está entre puros Fojaco, Manubrio, Menchaca, entre los directores de medios de comunicación que les va la vida en ello, porque sienten que perderán el contrato si gana “A” o si pierde “B”.
Muchos columnistas apuestan a sentarse el próximo año con el gobernador (a) por el festejo de navidad:
—Gobernador Menchaca, quisiera preguntarle, ¿y usted qué cena en navidad, va por sus “pollos guerrero”?
El mandatario que le da un sorbo a su sopa de crema, lo mira de reojo y le dice lacónico: “nomás Pavo”.
Otros más desean ser los columnistas del sexenio. Y que a cada rato les conteste sus mensajes y les pida su docta opinión.
No falta quien se imagina dirigiendo el discurso oficial por el día de la libertad de expresión y que diga: “En Puebla, hay libertad, compañeros. En Puebla, gracias a nuestro amigo, se puede opinar. Nadie se puede sentir censurado”.
Esto pasa cada que hay cambio de gobierno y no nos queda más que como pidió Fojaco: “ir a mover las nalgas, porque esto acaba en noviembre”.