Sergio Salomón Céspedes marcó la diferencia como gobernador: en el famoso caso del boquete financiero de 2 mil 300 millones de pesos, porque nunca se escondió y porque ocultó información. Asumió la responsabilidad al darlo a conocer y ha deslindado responsabilidades: Teresa Castro Corro, como titular de Finanzas; Amanda Gómez Nava, titular de la Auditoría Superior del estado (ASE) y los que se detecten por errores y omisiones.
El panismo ha querido involucrar indirectamente al actual mandatario, empero, esa es una ventanilla equivocada, pues mientras se determinó invertir 700 millones de pesos en el desaparecido y malogrado banco Accendo, Céspedes Peregrina no era gobernador ni pasaban por sus manos las decisiones financieras.
Aunque a algunos les duela escucharlo, fue responsabilidad de una parte del barbosismo. Quien no pagó el ISR porque así lo consideró necesario fue Finanzas, no el entonces líder de los diputados locales.
Está claro que Acción Nacional, el alcalde Eduardo Rivera y diputados locales y federales quieren usar el tema para la campaña de 2024 y calientan motores, porque es su estrategia, pero es un error querer raspar con dicha información al actual gobernador.
Y menos, cuando él fue quien lo dio a conocer, porque no escondió nada porque supo desde el principio el riesgo de dar a conocer algo que pudiera ser usado contra el equipo del exgobernador Miguel Barbosa; pero más allá de ello, porque hasta dónde se sabe, los acuerdos que se hicieron con Sergio Salomón se han cumplido. El hecho de que no tenga los moditos de Barbosa de ridiculizar en público, acusar en la prensa poblana y hasta órdenes de aprehensión no quiere decir que él tenga que pagar los “platos rotos”.
Si algo ha caracterizado a Céspedes es su actitud conciliadora. Es un mal mensaje que le mandan sus adversarios políticos, cuando lo que han encontrado en la actual administración son puertas abiertas y mucho diálogo.
Se entiende en tiempo electoral, pero Casa Aguayo, insistimos, es la ventanilla equivocada.
¿O será a acaso que están tan acostumbrados al mal trato y a persecución como con Moreno Valle y Barbosa que crearon su propio síndrome de Estocolmo?
Diría una clásica columna de trascendidos ¿será?
Quién ya debería dar una explicación pública para evitar estos mensajes distorsionados es la auditora Amanda Gómez Nava. Su actitud deja mucho que desear.
Entendemos que no sabe hablar en público y sabemos que no sabe cómo se arma una cuenta pública, pero al menos, una disculpa pública en la que acepte que no sabe nada de nada o que aclare por qué ejerce ese cargo es por algo.
Otra escopeta vieja
Y ya que hablamos de la Carabina de Ambrosio o la 30-30, sería bueno que el senador Alejandro Armenta ya no mande a su golpeador Israel Pacheco a desestabilizar al ayuntamiento poblano.
Se supo muy rápido que el exlíder sindical, íntimo amigo de Armenta, fue quien instigó la violencia registrada ayer.
¿Será que ese es el sello de la casa?
¿Será el estilo personal de gobernar?
Ya Alfredo Erazo amenazó al tuitero Adan Morales. Ya le hicieron una campaña negra.
¿Qué destino nos espera si a esas vamos?
Si es que había pacto entre Armenta y el panismo, ya se vio que se rompió.
Quizá esa era la estrategia, para quitarse malas notas ante la 4T, lo único malo es que fue demasiada violencia.
Y con perdón de los trascendidos pero es la maldita costumbre ¿será?