Hasta hace unas décadas, en Chignahuapan -el lugar de los nueve ojos de agua-, era impensable que la sequía se convirtiera en un problema. Apenas en la tercera semana de marzo de este 2023, la secretaria de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial (SMADSOT), Beatriz Manrique Guevara, confirmó que el pueblo mágico fue el primer municipio poblano en entrar a un estado de sequía extrema.
Y fue más allá, advirtió que para este año se pronosticaba hasta un 60% menos de lluvias en comparación con los anteriores.
No mentía. En efecto frío y lluvia no han terminado de llegar en toda su plenitud a Chignahuapan, como sí lo hicieron hace 30, 20, 10 o 5 años. Tampoco es el único municipio serrano, ahí están Ahuazotepec, Honey e Ixtacamaxtitlán, aunque en este último, la sequía no es desconocida para sus habitantes.
El problema no es menor, los productores del campo están preocupados como lo está el resto de la población. A esto se suma la condición de la Laguna Chignahuapan que además de ser uno de los principales atractivos turísticos es fuente de abasto del vital líquido.
Ciudadanos y organizaciones se han manifestado para exigir la limpieza de esta, particularmente del segundo vaso.
Además, han puesto en la mesa la conformación de un Consejo Ciudadano del Agua, cuyos integrantes sean entre otros, representantes de las diversas asociaciones civiles que laboran por el municipio. El rescate de la Laguna Chignahuapan es una tarea inaplazable.
Y no viene sola. Las exigencias son muchas. En los últimos dos o tres meses largas filas de pipas día tras día cargan el vital líquido para llevarlo a los invernaderos de Aquixtla, la situación tiene molesta a la gente, hay poca agua y, como ocurrió hace décadas en Nealtican, la población solicita que se quede ahí, donde nace y para ellos.
Otro tema del que quieren respuesta es sobre la pirotecnia usada durante el Festival de la Luz y la Vida, argumentan que los restos que caen a la Laguna Chignahuapan son también elemento de contaminación para la fauna acuática.
El asunto, insisto, no es para nada sencillo y está ya en la mesa del presidente municipal Lorenzo Rivera Nava. La fecha límite para sentarse con él y encontrar la mejor solución para la Laguna, la población y autoridad es el 26 de octubre. Veremos qué ocurre.
Lo cierto es que debe plantearse un proyecto real, viable, medible y, particularmente, honesto, la gente está dispuesta a colaborar, Chignahuapan y la Laguna lo merecen. Me parece que coordinación, es la clave.
Nos leemos.
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