Lo comenté aquí mismo hace algunas semanas. La ruta de Marcelo Ebrard sería equivocada si rompía con el partido en el poder, como en su momento pretendió hacerlo su mentor Manuel Camacho Solís, cuando Carlos Salinas no lo eligió a él como su sucesor. Camacho quiso romper con el PRI de Salinas, pero se aguantó un poco, fue mediador para la paz en Chiapas (levantamiento muy raro orquestado justamente para desestabilizar la sucesión presidencial de ese 1994) y con el tiempo se alejó del grupo salinista, intentó crear un nuevo partido (Centro Democrático) y terminó sus días prácticamente en el olvido.

Ebrard tenía otra mucho mejor ruta. Entender que no fue el preferido por las encuestas (que sí se hicieron y sí las perdió), pero sobre todo porque no fue el elegido por el Presidente López Obrador (que escribí hace semanas, que se parece mucho a su odiado Salinas de Gortari). Y con ello no romper sus nexos con el grupo que hoy detenta el poder y cuyas preferencias pre-electorales son inmejorables y al día de hoy imbatibles. Pero no quiso hacerlo.

El INE-TRIFE ya dictaminaron que el proceso interno de Morena para elegir “Coordinador para la Defensa de la 4T” fue legal y no encontraron las irregularidades que Ebrard denuncia. Porque simplemente no las hubo. Efectivamente, no ganó las encuestas, pero además no era el favorito del líder absoluto de Morena.

Su camino ahora es incierto. Su movimiento de protesta se ha desinflado notablemente. En Morena ahora es criticado y rechazado por la mayoría de militantes. Y si se va a Movimiento Ciudadano, simplemente perderá y se irá a un lejano tercer lugar (ya lo hemos medido los encuestadores). Y francamente sería el fin de su carrera política. Creo que mejor hubiera aceptado un premio de consolación en el Senado y desde ahí trabajar para un posible regreso (difícil, pero al menos seguiría en el juego político). Pero prefirió romper… y quedarse muy probablemente sin nada.

Comento todo lo anterior porque en Puebla aún no se define quién será el “Coordinador” y precandidato a la Gubernatura. Al momento de escribir la columna aún no se sabe quiénes serán los 8 aspirantes que deberán ser medios en una encuesta estatal antes de que finalice octubre. Y habrá resultado, exactamente igual que el proceso nacional.

Y por supuesto que la pregunta es si alguien que no quede como ganador en la encuesta, querrá seguir la ruta Ebrardista. ¿Quién será el enojado? ¿Todos aceptarán el resultado y abonarán a la unidad? ¿O alguien romperá con Morena (y aliados) y querrá buscar un camino por separado?

Creo que la encuesta estatal incluirá a Nacho Mier, Alejandro Armenta, Julio Huerta, Rodrigo Abdala, Claudia Rivera, Olivia Salomón, Liz Sánchez y quizás Rosario Orozco Vda. de Barbosa. Y las mediciones más recientes de empresas con levantamientos muestrales serios (cara a cara, en puntos domiciliarios ubicados por secciones electorales), como las del BEAP, han dado como resultado que el Diputado Ignacio Mier vaya a la cabeza de las preferencias (en conocimiento y en intención de voto), seguido de cerca (pero ya rebasado) por el Senador Alejandro Armenta, luego cerca la exalcaldesa Claudia Rivera, luego Julio Huerta, Olivia Salomón, Liz Sánchez y (aunque nunca la hemos medido) Rosario Orozco.

Entonces… ¿Habrá un Ebrard poblano que rompa con Morena porque las encuestas no lo favorecieron? ¿Habrá denuncias ante el INE-TRIFE?

Honestamente creo que sería un error, cuando quien no resulte ganador puede obtener un importante “premio de consolación” como la candidatura a la Alcaldía de Puebla, al Senado, a Diputaciones Federales y locales. Pero obviamente yo no puedo meterme a la cabeza de los aspirantes. Cada quién decide su futuro. Estamos a unas tres semanas de saberlo. Qué nervios.

 

X: @rodolforiverap

www.beapmexico.org