Historias de un joven reportero
Sin importar quién fue el o la candidata que con más fuerza se declaró ganadora o ganador del primer debate presidencial y del post debate, la única realidad es que el gran perdedor es el electorado mexicano con lo visto el domingo en la noche durante el encuentro entre Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez, en las instalaciones centrales del INE en la Ciudad de México.
Más allá de las expectativas –muchas o pocas– que levantó entre la ciudadanía el debate y del rol que nos hubiera gustado ver entre las y los contendientes, los electores del país, quienes buscaban algunas respuestas para definir ya su voto el próximo 2 de junio, quedaron muy decepcionados por la nula oferta electoral y política, así como los planes de gobierno que expusieron las abanderadas de Sigamos Haciendo Historia, Fuerza y Corazón por México y el de Movimiento Ciudadano.
En este sentido, Sheinbaum Pardo, quien de los tres debatientes se mostró más articulada y con una imagen real de futura presidenta, fue la que menos mal lo hizo al dar algunos detalles de su plan de gobierno en caso de ganar los próximos comicios, el cual es, prácticamente, una continuidad de lo que Andrés Manuel López Obrador ha hecho durante los últimos cinco años y medio.
Por su parte, Gálvez Ruiz, quien se ahogó entre sus fichas informativas, apoyos gráficos y su entrenamiento excesivo para el debate, dio una imagen de una candidata improvisada, quien carece de un plan claro de gobierno y que tampoco tiene bien establecida hasta hoy la ruta que pretende seguir para cambiarle el rostro al país tras el primer sexenio de la 4T en el poder.
Al igual que la panista, Álvarez Máynez –como buen cuadro de MC– se convirtió en memes en las redes sociales y nadie, absolutamente nadie, puede anotar o recordar una propuesta trascendente o memorable que lo lleve a superar los dos dígitos de votos en el proceso electoral actual, que vive sus últimos 50 días de vida.
Los y las electores se quedan a la espera de conocer cuáles son y serán las diferencias de las plataformas electorales de los tres candidatos, además de que tampoco se profundizó en las promesas de campaña de cada uno de los abanderados que ahora se verán las caras en los estudios Churubusco, el próximo domingo 28 de abril de 2024, para el segundo debate presidencial.
Entre la mayoría de los analistas políticos, líderes de opinión y periodistas, la ganadora del debate pasado fue Claudia Sheinbaum, pero no por hacer las mejores propuestas o participaciones, sino, más bien, por el hecho de que logró salir ilesa al jamás salirse de su guion ni tampoco engancharse con los ataques de sus dos rivales le lanzaron.
La actitud evasiva, para muchos atinada, pero para otros –como Lorena Becerra, la excoordinadora de las encuestas de El Reforma– bastante desacertada, evitó que la candidata de Morena fuera noqueada en el primer debate ante la falta de golpes de poder y fuerza en los ataques lanzados por Xóchitl Gálvez, quien perdió su primera gran oportunidad de hacerle un daño significativo a la líder irrefutable de la carrera presidencial.
La panista pudo poner en jaque a la morenista en los bloques en los que se abordó la corrupción, inseguridad, transparencia y salud, los temas más cuestionados por la sociedad hacia el gobierno federal, pero no pudo articular de manera contundente su mensaje, el cual será recordado más por sus frases jocosas o su error al tomar al revés la bandera de México.
También es cierto, como lo apuntó Leo Zuckermann en la mesa de análisis de Noticieros Televisa tras el debate, que el formato del mismo, el cual fue acartonado, mal producido, tedioso y con demasiados temas en la mesa, favoreció a Sheinbaum al no contar con un esquema ágil de réplicas y contrarréplicas, así como interacción directa entre los contendientes, como ya se había visto en los debates del 2018 entre López Obrador, Ricardo Anaya y José Meade.
También, para la gran mayoría de expertos en materia electoral y de comunicación política, la candidata que salió peor evaluada en su performance (por no decir “perdedora”, porque este lugar –insisto– se lo ganó el electorado del país) fue Xóchitl Gálvez, quien se mostró bastante nerviosa al inicio y que con el pasar del encuentro se sobrecargo de información, que de forma segura será ocupada para sus redes sociales, pero que no logró asestar un golpe certero o que causara un gran daño a su rival morenista.
La experiencia entre alguien que ya gobernó un estado de gran importancia, como lo es la CDMX, y alguien que no ha tenido un paso significativo en la administración pública más que encabezar una alcaldía, fue bastante notorio.
Para ser, hay que parecer.
Claudia Sheinbaum, quien no salió ni tiznada en la primera prueba de fuego, es la que más se parece a la futura presidenta de México.
Nos quedan dos debates más entre los presidenciales y el cronómetro, este que sí es infalible, es el peor enemigo de Xóchitl Gálvez y del bloque opositor.
El Factor X fue un cerillo cuya flama duro apenas unos minutos.
El gran perdedor, insisto, fuimos todos los electores que esperábamos un debate de altura.
Sin temor a equivocarme, estamos frente a la peor elección en las últimas tres décadas en el país.
Así de claro y realista.
Ni a quién irle.
Por: Gerardo Ruiz
@GerardoRuizInc