Puesto que hace un tiempo analizamos como los partidos políticos se coaligaban, generaban alianzas; centraremos nuestra mirada en la Fuerza y Corazón por México, conformada por el PRI, PAN y el PRD, coalición presentada este pasado proceso electoral del 2 de junio. Que participaron más de 59 millones 307 mil mexicanos mayores de 18 años, que represento más del 60 % del padrón electoral.

Alianza que por cierto hace unos días fue a las urnas, conforme a los resultados obtenidos el 2 de junio vamos a analizar su efectividad y contundencia.

Permíteme recuperar una palabra que en biología se utiliza para denominar a microorganismos de consistencia endeble que se alimentan de proyecciones temporales llamadas falsos pies. Nos referimos a las comúnmente llamadas Amebas o ameboides.

Pues bien, el PRI, PAN y PRD parecieran tener, como alianza y proyecto una consistencia ameboide, poco consistente; cimentada en “falsos pies”. Sin una espina dorsal que logre mantenerla y darle cohesión más allá de la mera coyuntura.

Como en todo, la conformación de dicha alianza permite vislumbrar ganadores y perdedores.

PRIAN era un adjetivo ya conocido y de uso común porque así la popularizó en su momento el actual presidente, para referirse a ese sector del PRI y del PAN con una vertiente más cargada al libre mercado y a la reducción de la presencia del Estado en la vida pública que forjaban de manera coyuntural alianzas y compartían múltiples iniciativas.

Y es que el mismo AMLO, decía en su momento que estos dos partidos eran más de lo mismo e incluso en cierto momento durante la elección presidencial del 2018, 2021 y del pasado proceso electoral del 2024.

El actor nuevo en esta díada inicial, ha sido el PRD, descobijado y despojado de su figura en el olimpo como el partido principal de la Izquierda mexicana, pasó a una posición claramente relegada después del ascenso meteórico de MORENA, como el verdadero partido de IZQUIERDA mexicano. Hoy, pareciera que su porcentaje del de 2 de junio, es catastrófico, lo hace eminentemente perder su registro nacional con él apenas 1.8 % de la votación y necesitaba al menos el 3%.

Tocó entonces el momento para el PRD, de buscarse una nueva identidad en el espectro ideológico electoral. Búsqueda que aún no queda nada clara para este Instituto político y que, por el momento, hizo una parada coyuntural en la llamada “Alianza Fuerza y Corazón por México”. La cual conviene ver un poco más de cerca.

En dicha alianza se sabe que el PRI ha intentado tibiamente a jugar a la socialdemocracia con ideas de corte liberal, pero buscando una cierta ancla en los ideales revolucionarios que le dieron origen. Mientras tanto, el PAN se mantiene en la figura con la cual inició, de partido de minorías y liberal, favorable al libre mercado, aunque ya sin la pureza que le representaba no haber sido gobierno.

¿Pero y el PRD? Es en definitiva el partido que menos coherencia juega en esta coalición de la ahora denominada “Alianza Fuerza y Corazón por México”, ya que de manera natural su papel debería de estar de lado del actual gobierno de izquierda.

Dicho esto, pareciera que de los tres partidos mencionados es el PAN, el que en cierta manera sirve de columna vertebral, si es que la hay, a tan amorfo proyecto.

¿Hay solución? Sí, pero considerando dos momentos. Pensemos para el caso en las luces cortas y las luces largas cuando se va manejando. Las luces cortas nos permiten visualizar lo que ya tenemos enfrente y actuar en consecuencia, mientras las luces largas nos marcan una visión de mayor alcance. Ambas son necesarias y complementarias.

Desde un enfoque de luces cortas, nos damos cuenta que la prueba de fuego de dicha alianza está ya a la vuelta de la esquina y es para todos obvio; de los resultados electorales que fueron del 28.5%, que la alianza obtuvo el domingo pasado 2 de junio. Si, la alianza no es rentable electoralmente a nivel federal y local, esto implica después de más de 4 años juntos, los incentivos son negativos para dar continuidad a la misma.

Tocaría entonces a las luces largas. Su segundo momento: restablecer la agenda que como coalición apuntaba su proyecto. La columna vertebral e ideológica que le dio sentido a dicha alianza se ha desvanecido, de manera tímida ya se ha intento establecer una pauta al respecto, que juntos como partidos siguieran un bloque opositor al presidente en el Congreso. O regresarán, revivirán y seguirán los esquemas de mercantilización legislativa, el pragmatismo de los diputados y sus bloques partiditas ¿Dónde quedo el piloto? Seguramente se preguntan sus militantes y sus dirigencias.

Es ciertamente un esfuerzo caduco, pero de consistencia ameboide, ya que no es posible definirse solo en virtud del contrario. ¿Dónde se encuentra entonces la identidad propia?

Tocaría entonces la oportunidad de redefinir un Programa coherente y serio que se ponga por delante de la coalición y el partido a la ciudadanía, pero de manera novedosa e interesante para los electores, ya que de lo contrario sólo seguirá pareciendo una alianza forzada y encorsetada destinada nuevamente al fracaso las luces largas terminaran apagándose de manera inminente.

Por: José Ojeda Bustamante

@ojedapepe

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