El triunfo de Alejandro Armenta en la gubernatura, con una ventaja tan contundente que garantiza un alto bono democrático, viene también a terminar con casi una década aciaga, de inestabilidad social, política y administrativa en Puebla.
En los últimos 8 años, en la entidad hubo ocho titulares del Poder Ejecutivo; en promedio uno por año.
Una tarde en el Senado de la República, justo en su última sesión antes de solicitar licencia indefinida, Armenta estructuró una reflexión sobre estos años tristes y convulsos, que también se vieron tocados por la tragedia, la muerte y el tufo intenso del fraude electoral.
Habló y lamentó la desarticulación de la administración pública en la entidad y la inestabilidad qué se generó. También aplaudió el esfuerzo del gobernador Sergio Salomón y la reconciliación que imprimió a su gobierno tras la muerte inesperada y triste de Miguel Barbosa Huerta.
Lo dijo Armenta: 2020 y su proceso electoral son la ocasión y oportunidad para crear esas condiciones de estabilidad que permitan a Puebla mirar de frente a un futuro intenso de trabajo y resulta.
El triunfo de Armenta la tarde de este 2 de junio se ha construido a través de tres décadas de trabajo; sobre un camino intenso de 34 años de vida pública y de experiencia en los tres órdenes de gobierno y dos de los tres poderes de la Unión.
Se debe decir sin miedo al riesgo de que parezca lisonja: Armenta es el funcionario oriundo de Puebla, cuando lo ha sido, municipal, estatal y federal, así como legislador, lo mismo al Congreso de la Unión, más eficiente de las últimas décadas.
La más reciente responsabilidad de dimensión nacional de relevancia de Estado fue encabezar la Presidencia del Senado de la República.
Sólo él y el fallecido gobernador Miguel Barbosa han sido los únicos dos poblanos en alcanzar esa responsabilidad y honor.
Sí, Armenta es quien garantiza mejores resultados en la titularidad del Poder Ejecutivo del Estado, pero también fue el candidato más potente que pudo haber presentado el lopezbradorismo en Puebla. La contundencia del triunfo además le garantiza gobernabilidad con acompañamiento legislativo con una mayoría calificada compuesta en el Congreso del Estado.
Esta elección dejó varias lecciones: no debe haber improvisaciones; la posibilidad de éxito electoral debe construirse desde la constancia y la experiencia.
Que vengan años bienaventurados para Puebla.
El desastre opositor
La elección de 2024 deberá ser, si hay verdadera intención de presentarse en el futuro con alguna oportunidad, la última de una alianza opositora del PRIANPRD.
No hubo la capacidad en Acción Nacional (PAN) de advertir, desde 2021, cuando se conformó formalmente esa amorfa unión, que esos partidos le restaban fuerza.
No hay en la política del país peor lastre que el priista; no hay mayor desprestigio para un político, que vestir la casaca tricolor; no hay horror más grave que cargar con los impresentables como candidatos.
La alianza del PRIANPRD es inservible porque es una letrina ideológica. El PAN se desvirtuó completamente en su esencia y sus militantes y simpatizantes se vieron agraviados.
Lejos de ser una opción de competencia, el PRIANPRD lo único que garantiza en el corto plazo es la consolidación del actual régimen.
Por: Álvaro Ramírez Velasco