En el corazón del zócalo de Puebla, donde el bullicio cotidiano se encuentra con la historia, Miguel Quijano ha decidido detener su vida para exigir un cambio en la industria restaurantera. Desde ayer, este mesero ha comenzado una huelga de hambre en la emblemática plaza, en protesta contra la práctica de los empresarios de restauración que, según su acusación, desvían las propinas que deberían ir a los empleados para cubrir otros gastos operativos y complementos salariales.

Quijano, que lleva ya más de un día sin consumir alimentos, ha denunciado que las propinas que reciben los meseros y otros empleados del sector no se destinan íntegramente a ellos, como sería justo. En lugar de eso, afirma que estas son utilizadas por los propietarios de los establecimientos para financiar el sueldo de otros empleados, así como para la compra de suministros y utensilios básicos necesarios para el funcionamiento de los negocios.

“Lo que estamos viviendo no es solo una injusticia económica, es una forma de extorsión”, afirmó Quijano en un mensaje dirigido tanto a sus colegas como a los empresarios del sector. Su reclamo se centra en la creación de un marco legal que garantice una distribución transparente y justa de las propinas, evitando que estas se utilicen para cubrir costos operativos o salariales que deberían ser asumidos por los empleadores.

La convocatoria de Quijano ha sido clara: invita a meseros, cocineros, garroteros y bartenders a unirse a su causa para exigir mejores condiciones laborales y una revisión exhaustiva de las prácticas actuales. Esta huelga de hambre también busca atraer la atención de las autoridades y la opinión pública para presionar por una regulación que proteja los derechos de los trabajadores.

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