Transportistas y viajeros se enfrentan a una realidad dura y sin precedentes. Con el tráfico paralizado, no solo el libre tránsito se ha visto afectado, sino que también salen a la luz situaciones de abuso y aprovechamiento que agravan aún más la situación.
Un lucrativo “agosto” en plena crisis
Las denuncias no se han hecho esperar. Varios de los varados han reportado que personas están vendiendo alimentos a precios exorbitantes. En algunos casos, una simple torta puede costar hasta 80 pesos, un precio considerablemente elevado que refleja la desesperación de quienes se aprovechan de la vulnerabilidad de los viajeros. “Es una burla,” comentó uno de los afectados. “No solo estamos atrapados sin poder movernos, sino que también nos cobran precios excesivos por comida.”
Falta de servicios básicos.
Además de los altos precios, la ausencia de servicios básicos como baños ha sido otro punto crítico. Los varados se ven obligados a buscar lugares improvisados para satisfacer sus necesidades fisiológicas, una situación que no solo es incómoda sino también insalubre. “Es indignante,” señaló una transportista. “No hay baños disponibles y tenemos que buscar donde podamos para hacer nuestras necesidades.”
Escasez de información y asistencia
A pesar de la presencia ocasional de patrullas, los afectados señalan una grave falta de comunicación e información. Las autoridades que patrullan la zona no ofrecen detalles sobre posibles soluciones o la duración estimada de la situación. “Las patrullas pasan, pero no dicen nada. No sabemos si esto se resolverá pronto o si estamos aquí para quedarnos un buen rato,” mencionó otro de los viajeros varados.
En medio de esta incertidumbre, muchos buscan la manera de regresar a casa, mientras que otros, atrapados por la inmovilidad de sus vehículos, solo pueden esperar.