Bajo un cielo despejado y radiante, este domingo primero de septiembre se vivió una jornada excepcional en Atlixco. El Atlixcayotontli 2024, una fiesta que sirve como preludio al Festival Atlixcáyotl. Con un mar de colores y aromas que evocaban el valle local, el evento se extendió por cuatro horas ininterrumpidas, capturando la esencia cultural de la región.
El Neototiloyan, la emblemática plazuela de la danza en el cerro de San Miguel, se transformó en el epicentro de una celebración inigualable. Con más de 300 danzantes y una audiencia de más de mil personas. A medida que avanzaba el evento, la intensidad del sol obligó a algunos espectadores a buscar refugio bajo sombrillas, generando un contraste visual inusual.
La jornada estuvo marcada por una impresionante variedad de danzas y actuaciones. Los grupos de la región se destacaron con presentaciones llenas de vida y tradición. Los Huizos de la colonia Ricardo Treviño, las Solareñas, Las Chinas y los Charros de a pie de Atlixco ofrecieron una muestra de la riqueza cultural de los valles centrales. Desde el calor de Izúcar de Matamoros hasta la participación de los tecuanes de Huehuetlán el Chico y Acatlán de Osorio, la diversidad de las danzas enriqueció el programa.
La presencia de comunidades de Ciudad Serdán, añadió un matiz especial a la celebración. La participación de Huaquechula y Tochimilco, esta última representada por la primera presidenta auxiliar de una comunidad náhuatl en la zona volcánica, aportó una dimensión aún más profunda al evento.
El punto culminante de la celebración llegó con la actuación de los voladores, quienes, ataviados con disfraces de jaguar, hombre águila y quetzales, ofrecieron un espectáculo aéreo que deslumbró a los asistentes. Este acto simbólico no solo marcó el cierre de la jornada, sino que también evocó la conexión ancestral entre los participantes y sus raíces culturales.
En esta ocasión, Raymond Stange Noe, conocido como “Cayuqui” y considerado el padre del Atlixcáyotl, estuvo junto a la presidenta municipal Ariadna Ayala, observando con satisfacción el desarrollo del evento, como lo hace tradicionalmente.