POR JOSÉ ZENTENO


El deplorable espectáculo que dieron los políticos mexicanos en el proceso de aprobación de la reforma al poder judicial, me obliga a profundizar en la reflexión sobre los liderazgos que el país necesita.


Quienes crean que los políticos crecen y se forman en algún lugar apartado del resto de los ciudadanos, están muy equivocados. Nuestra clase política es resultado de la cultura que priva en las familias mexicanas. Esa cultura, hoy decadente, es consecuencia de carecer de liderazgos políticos portadores de un lenguaje y una conducta fundada en valores.


Sin líderes que den un ejemplo y se conviertan en referentes axiológicos, la sociedad se pierde en la subcultura difundida en las redes sociales. Este vacío de principios ha roto los límites establecidos por la modernidad; hoy existen múltiples tipos de familias, de géneros sexuales, de drogas sintéticas, de conductas antisociales (p. ejemplo matanzas de niños inocentes en sus escuelas o cuerpos desmembrados colgados en puentes peatonales), de dinero (las cripto monedas), de extorsión privada y pública, de religiones y cultos, de significados de democracia, de pactos y acuerdos inconfesables entre políticos, etcétera.
La sociedad ha cambiado mucho en los últimos 20 años y la mayor parte de esos cambios son para mal.


Las instituciones están corroídas hasta los huesos y no serán los líderes actuales quienes las van a regenerar. Hay múltiples pruebas de la podredumbre que priva entre los miembros del régimen gobernante y entre los opositores. Urge que se forme una nueva generación de liderazgos capaces de enfrentar con éxito a la decadencia colectiva.


Ya que las familias son incapaces de formar esos valores, tenemos que apostar por otros espacios en donde los líderes adquieran una conciencia con carga axiológica. No me refiero una moral victoriana, católica, cristiana o musulmana. No hay nada más peligroso que definir de antemano una moral pública fundada sobre una ideología.


Después de publicar la parte 2 de esta serie sobre el liderazgo político del futuro, algunos lectores me cuestionaron sobre el papel de los políticos en la formación de valores en la sociedad. En privado alguien me inquirió ¿Cómo es eso, no entiendo? ¿Qué es más importante para avanzar, el debate político o un cambio de consciencia de la sociedad? ¿Los valores no nacen de la política o sí?


En estos tiempos está tan devaluado el oficio del político, que hemos perdido de vista que la política es consustancial a la vida comunitaria de los seres humanos.
Ya que construimos comunidades con numerosos individuos tenemos que colaborar y convivir, eso genera conflicto, y el conflicto nos obliga a gestionarlo mediante la política. Esto significa que en comunidad los humanos alcanzamos los fines de la especie. Por lo tanto, la gestión de los conflictos es lo que nos permite subsistir y prosperar.


Aristóteles decía que la diferencia entre los animales y los humanos es la palabra, ya que el lenguaje permite tener nociones subjetivas sobre el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo conveniente y lo perjudicial, lo que genera el sentido de moral que hace posible la convivencia pacífica y racional en una comunidad política.


En este orden de ideas, el lenguaje, la política y la moral están relacionados. La clave está en dotar de valores universales al lenguaje que utilizamos. Valores como verdad, honestidad, honor, respeto, libertad, dignidad humana, responsabilidad, entre otros, volverán a dotar de valores a las relaciones humanas.


Hagamos conciencia de solo empoderar a líderes portadores de un lenguaje con valores y de ser nosotros, también, portadores de ese lenguaje.


Twitter X: @PepeZd Instagram: @pepezentenod Facebook: @PepeZenteno

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *