El viernes pasado el Senado de la República aprobó en lo general y lo particular el proyecto que reforma los artículos 105 y 107 de la Constitución Política, donde se plasman como improcedentes las controversias constitucionales o acciones de inconstitucionalidad, que tengan por objeto controvertir las adiciones o reformas a la Carta Magna.
¿Traducción?
Morena está blindando las futuras reformas constitucionales que propondrá durante este sexenio, es decir, no procederán las acciones de inconstitucionalidad ni las controversias constitucionales.
Ni la Suprema Corte podrá parar los futuros cambios a la constitución.
Para expertos en materia jurídica, la supremacía constitucional deja improcedente el juicio de amparo ante cualquier acción de inconstitucionalidad y de a poco, morena busca quitar los mecanismos legales que fueron creados durante mucho años para evitar precisamente que cualquier gobierno tuviera el poder absoluto.
Para la oposición la improcedencia del amparo contra cambios a la Carta Magna, es el inicio de una dictadura en país, aunque para los Senadores oficialistas, la oposición continúa moralmente derrotada.
Para nada es un secreto que desde el sexenio anterior los contrapesos legales siempre fueron el talón de Aquiles del expresidente López Obrador. En seis años, las iniciativas del morenistas se enfrentaron a cientos de amparos, controversias y acciones de inconstitucionalidad: la Guardia Nacional, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la construcción del Tren Maya e incluso la misma reforma judicial encontró barreras legales. Bajo esta lógica, es normal que morena no quiera sufrir lo mismo y mucho menos cuando el pueblo bueno y sabio le dio una mayoría absoluta.
México está siendo víctima de propia democracia e idiosincrasia. Lo que está sucediendo en el Congreso de la Unión es el principio de la hegemonía política. Hay un líder, un sistema a su favor y un pueblo que cree ciegamente en él. ¿Qué sigue?
@NoticiasVicky