El exfutbolista brasileño Adriano Leite Ribeiro, mejor conocido como el “Emperador“, conmovió al mundo con una carta abierta en la que narra los difíciles momentos que vivió fuera de los estadios.
La carta publicada revela cómo la fama, las lesiones y la pérdida de su padre lo empujaron a una profunda depresión que terminó afectando tanto su vida personal como profesional.
Adriano, quien brilló en el Inter de Milán y fue admirado por su potencia y talento, recuerda en su carta los sacrificios que hizo desde pequeño para llegar al fútbol profesional. Originario de las favelas de Río de Janeiro, Adriano fue testigo de la violencia y pobreza que rodeaban su hogar, y su madre hizo grandes esfuerzos para que él pudiera entrenar en el Flamengo, el club que le abrió las puertas al éxito.
El punto de quiebre
El momento que cambió su vida fue cuando su padre falleció de forma inesperada. Adriano relata que la noticia fue un golpe devastador para él, afectándolo profundamente y provocando que su amor por el fútbol nunca volviera a ser el mismo.
Esta pérdida lo sumió en una depresión que lo llevó a refugiarse en el alcohol y a perder el interés en los entrenamientos, aunque continuó jugando y acumulando goles en la Serie A italiana.
A pesar de su aparente éxito, Adriano se sentía incomprendido. En su carta, expresa que la presión de ser un ídolo en Europa, junto con la falta de apoyo emocional, lo hicieron buscar consuelo de regreso a su lugar de origen.
Los medios difundieron rumores sobre su estilo de vida, y aunque se especulaba que estaba rodeado de gánsteres y se había entregado a una vida de excesos, él aclara que simplemente regresó a las favelas para encontrar paz y sentirse en casa.
Las múltiples lesiones también jugaron un papel importante en su decisión de retirarse. Adriano menciona que una lesión severa lo dejó con secuelas físicas permanentes, y aunque intentó rehabilitarse y continuar su carrera, nunca pudo recuperar el nivel que lo caracterizó en sus mejores años.
Hoy en día, reflexiona sobre sus decisiones y el impacto de la fama en su vida, pero mantiene el cariño por su barrio y se siente en paz con su decisión de regresar a Brasil, alejado de los reflectores.