JOSÉ ZENTENO

Sólo en Estados Unidos alguien como Donald Trump puede ser electo dos veces presidente de la nación. En el vecino país del norte confluyen contradicciones muy profundas y significativas, revisemos algunas.

Ahí se dieron las luchas más intensas por los derechos civiles y también ahí fueron capaces de asesinar a Martin Luther King. Ahí, durante siglos, confluyeron oleadas de migrantes provenientes de todo el mundo, sus herederos ahora rechazan con mucha fuerza la llegada de nuevos migrantes.

Ahí se estableció la democracia como sistema político, la que ha permitido la llegada al poder de personajes virtuosos como Abraham Lincoln o Franklin D. Roosevelt. Ahí y con ese mismo sistema, se empoderó a un convicto culpable de 34 cargos, violador y acosador de mujeres, evasor de impuestos y empresario fracasado como Trump.

En ese contexto hay que estudiar el resultado de las pasadas elecciones en Estados Unidos y debería de estudiarse con cuidado. 75 millones de norteamericanos votaron por Trump a pesar de todo lo que es Trump ¿Por qué lo eligieron? Muy sencillo, porque la mayoría votó por sus intereses.

El interés de quienes decidieron votar por Trump, de acuerdo con las encuestas de salida, fue frenar la inflación (51 por ciento) y detener la inmigración (20 por ciento). En suma, siete de cada 10 votantes del candidato republicano lo apoyaron porque deseaban un cambio en materia económica y migratoria. Esos electores no valoraron la dimensión moral del candidato, sus antecedentes judiciales o su propensión a mentir una y otra vez, tampoco su política exterior favorable a Rusia y contraria a sus aliados europeos; lo apoyaron porque creen que él puede hacer un mejor trabajo para que ellos vivan mejor.

Encontré que a muchos electores de Trump les provocaba vergüenza aceptar públicamente que votarían por él. Incluso entre los latinos pudo más su interés económico de corto plazo y su deseo de evitar la llegada de nuevos migrantes, que su amor propio o su dignidad insultada por las huestes blancas de Trump. Eso explica la espiral de silencio que se manifestó en la elección a favor del republicano con un margen mucho más amplio del que las encuestas habían anticipado.

Ahora, cabe preguntarse si Trump realmente arrasó en las elecciones o los demócratas perdieron. A la luz de los datos que muestran una votación a favor de Trump de 75.5 millones en 2024 contra 74.2 millones en 2020, me parece que el republicano no incrementó significativamente su votación, sino que los demócratas perdieron 9 millones de votos entre 2020 y 2024, al pasar de 81.3 a 72.3 millones.

En los estados “bisagra” donde se definía el resultado de las elecciones, el candidato republicano los ganó todos. En Arizona lleva una ventaja de 5.7 por ciento. Georgia lo gana por 2.2 por ciento. Nevada lo va ganando por 3.1 por ciento. Carolina del Norte gana por 3.3 por ciento.

En los estados del llamado “cinturón azul del norte” que, de haberlos ganado Kamala Harris, habría resultado electa con 270 votos electorales, los resultados son sumamente estrechos a favor de Trump. Pensilvania lo gana por una diferencia de 2 por ciento equivalentes a 134 mil votos, en 2020 lo perdió por 1.2 por ciento. Wisconsin lo gana por 0.9 por ciento que equivalen a 29 mil votos, en 2020 fue derrotado por 0.6 por ciento. Michigan lo gana por 1.4 por ciento equivalentes a 79 mil votos, en 2020 perdió por 2.8 por ciento. 

La diferencia de toda la elección se puede resumir en estos tres estados del norte; sólo 242 mil votos lograron llevar a Trump a la presidencia de una votación de más de 150 millones.

Lo anticipamos en esta columna hace dos semanas y como dicen los mismos norteamericanos en sus películas, eso pudo ocurrir “solo en América”.

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