Con 29 registros, Puebla es la sexta entidad a nivel nacional en hospitalizaciones por agresiones sexuales a menores, según el informe de Egresos Hospitalarios 2024 de la Secretaría de Salud Federal.
Del total de casos en la entidad, 27 corresponden a niñas y 2 de niños, colocándola por debajo del Estado de México, que ocupa el quinto lugar con 36 hospitalizaciones, 32 de niñas y 4 de niños.
No obstante, Querétaro lidera la lista con 78 ingresos, seguido por la Ciudad de México, con 48; Chiapas, con 46 y Tlaxcala con 43 agresiones sexuales a infantes.
La maestra en psicología clínica y salud mental, Guadalupe Isabel Teófilo Álvarez, dijo a 24 HORAS que los infantes carecen de madurez cognitiva para procesar una agresión sexual, aunque esto genere cambios en su comportamiento.
“No tienen la madurez para entender la agresión sexual, pero sí tienen alteraciones a nivel neuronal, sobre todo en el comportamiento, este es uno de los primeros síntomas de alerta”, señaló la especialista.
Teófilo Álvarez aclaró que otro señal muy común en niños que sufrieron violencia sexual es la enuresis, que se manifiesta como orina involuntaria nocturna debido al miedo, que se presenta como una enfermedad psicosomática y fisiológica.
“Es una manera en la que su inconsciente les dice que algo no está bien, esto junto al comportamiento ausente, una corporalidad y expresión facial de tristeza. El miedo o angustia pueden ser parte de la sintomatología”, explicó.
Aclaró que cuando la agresión sexual es perpetuada durante el nacimiento o en los primeros años de vida del infante, aproximadamente entre los 3 y 5 años, los síntomas son imperceptibles.
“Se piensa que el niño sólo está teniendo un mal día, los síntomas no duran mucho tiempo, por lo que muchas agresiones sexuales en niños se desconocen’’, reconoció
Teófilo Álvarez advirtió que los menores reprimen el shock tras el evento traumático y no sale a relucir hasta la adolescencia, a través de sentimientos de culpa y miedo hacia la sexualidad o, de lo contrario, disfrutarla al máximo, sin filtros y protección alguna.
La psicóloga clínica precisó que las niñas agredidas no desarrollan caderas y pechos, mientras su menstruación se retrasa. En el caso de los niños, presentan cierta confusión en su identidad sexual y son propensos a desarrollar alguna sociopatía o psicopatía.
“Normalmente, quienes abusan tienen rasgos de sociópatas o psicópata. Cuando trabajo con los victimarios me doy cuenta de que ellos también fueron abusados de niños, entonces todo está relacionado y es un ciclo de agresiones sexuales que no tiene fin”, reconoció.
La especialista mencionó que en ambos géneros se presentan problemas emocionales que van desde la depresión hasta la ira, la baja autoestima y la distorsión del autoconcepto.
‘‘También pueden desarrollar una personalidad ansiosa con fobia social o ataques de pánico, llegan a tener una personalidad depresiva que los lleva a escenarios más graves como algún trastorno mental, límite de la personalidad o borderline’’, señaló.
Respecto al tratamiento, dijo que lo ideal es tomar terapia psicológica infantil, de preferencia con un psicólogo clínico. Aclaró que la terapia farmacológica no es necesaria a menos que se desarrolle una depresión mayor en el infante.