Si algo caracteriza al empresario poblano, Alberto de la Fuente y de la Concha, es su resiliencia, pues estuvo 290 días secuestrado en una caja de 1.50 x 2 metros, sin poder ver a su familia, escuchando narco corridos de fondo los siete días de la semana y bajo condiciones humanas sumamente complicadas.

En entrevista con 24 HORAS, el poblano habló sobre su secuestro y cómo fue su vida. Aseguró que tuvo que diseñar un plan con él mismo y con Dios para poder salir con vida. El pasado 29 de noviembre se cumplieron siete años desde que ingresó a lo que él llama su “entrenamiento militar”.

El también vicepresidente de la Asociación Civil Justicia Ciudadana, ubicada en Puebla, declaró que “una serie de eventos externos facilitaron su rescate”, pues ayudó a que las pretensiones económicas que pedían los secuestradores por su vida bajaran mucho y pudieran llegar a un acuerdo su familia.

“Cuando yo iba como al 80% de mi cautiverio pasaron cosas afuera. Eso logró que se llegara a un acuerdo que, de no haber sucedido, probablemente pude haber estado 15 meses secuestrado o no hubiera salido con vida”, relató. 

RUMBO AL COLEGIO DE SU HIJO

Alberto de la Fuente reveló que su plagio, el 29 de noviembre de 2016, fue sumamente planeado, pues se desarrolló un día cualquiera después de dejar a su hijo a la escuela, cuando dos hombres a bordo de una patrulla lo abordaron. Pensó que se trataba de una confusión, que se habían equivocado de persona. 

“Fue a las 9 de la mañana en un día común y corriente, en una vialidad bastante transitada donde hay colegios, fraccionamientos y muchos testigos. No se hizo una denuncia porque me secuestraron en una patrulla”, reveló. 

“Me colocaron unos audífonos a todo volumen con narco corridos durante el camino a la casa de seguridad, al llegar a ese lugar primero me dieron vueltas, me sentía muy desorientado”, indicó.

Relató que nunca supo en dónde se encontraba y que tampoco vio el rostro de sus secuestradores durante el cautiverio, sin embargo, sí recuerda el reglamento que tenía dentro de la caja.

‘‘Yo no podía hablar con ellos, ni ellos conmigo, ellos tocaban tres veces y yo me tenía que poner una capucha. No hubo interacción, no los escuché, no les vi las caras. Tres veces rompí las reglas de alguna forma y entraron a golpearme”, aseguró. 

Contó que la cantidad de dinero que pedían sus plagiarios por su rescate era imposible de pagar, pero extrañamente se dio la posibilidad de que bajaran el monto para liberarlo. 

Después de 290 días, Alberto de la Fuente fue liberado. La carpeta de investigación ya estaba encaminada, sin embargo, el tiempo transcurría y las autoridades no lograron encontrar a los presuntos responsables.

“Después de un tiempo, me di cuenta de que no lograba nada intentando que se hiciera justicia, pero sentía una gran responsabilidad cívica de que se resolviera mi caso”, señaló, al reconocer que decidió abandonar la investigación para tener paz y caminar hacia el futuro.

Hoy, a siete años de su cautiverio, Alberto de la Fuente busca transmitir su experiencia a quienes transitan momentos dolorosos y difíciles, con la finalidad de que busquen un puerto seguro, para  hacer frente a la vida ante cualquier adversidad.

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