Anhelos y compromisos, un encuentro que sacude y estimula al futuro de
Puebla.

Una cosa queda clara, Alejandro Armenta es quien mejor conoce el estado
que desde el sábado gobierna. Conoce hasta las piedras.


No es poca cosa. Hablamos de un estado con 217 municipios, cientos de
juntas auxiliares, pueblos, inspectorías, rancherías y ejidos, mas carreteras,
cerros, personas y grupos.


Armenta ha peinado el estado muchas veces.


Como un médico, como un especialista: quien más conoce de su ramo es
más acertado en el diagnóstico, pronóstico y cura.


Dio una cátedra en su toma de posesión, en muchas materias.


Una es lo dicho. Tiene en la mano y mente una auténtica radiografía de
Puebla. Sabe qué le duele al estado y conoce los remedios. Tiene a mano
los medicamentos.


Esto, en primer término da seguridad. Quien conoce el terreno que pisa sabe
en qué dirección camina. Lleva el paso con rumbo. Si algo exhibió con
absoluto dominio es seguridad de lo que tiene entre manos.


Esto siembra confianza, por supuesto. En él y en los gobernados. Y en la
gente que lo escuche. Pensemos en el caso de inversionistas, por ejemplo.
Promover el estado así, claro que motiva.


Y esto es parte de lo que estamos urgidos: confianza, credibilidad,
inversiones, calidad de vida, ingresos.


Observaba a mi lado a muchos invitados, empresarios sobre todo, que ni
parpadeaban, asentían en el diagnóstico, aplaudían reiteradamente las
ofertas.


Se mostró como un encantador de serpientes.


Su exposición de arranque no fue la de un político tradicional. Nada del
acartonado lenguaje corporal, el viejo tono o el sonsonete rancio.
Se vio a un político moderno, elocuente, didáctico, sensible.

Más de un político local o invitado, gobernadores incluidos, abrían bien los
ojos, como que se limpiaban las pestañas, repasaban mentalmente lo dicho,
el estilo, el escenario, la carga de convicción en la palabra.


La verdad: algunos parecían alumnos tomando nota.
Alejandro rompía cartabones.


Y no recurría a un lenguaje cargado de estridencias. Tampoco a una
comunicación corporal exagerada, histriónica o ruidosa. Nada.


El dominio escénico era absoluto, un aplomo pocas veces visto en un
gobernante. Por momentos con niveles de estadista.


Referir esto no es quedarse en la ramas, no es cegarse por el empaque y
olvidar el fondo. No.


Lo que llamó la atención es que había una perfecta sintonía entre retórica y
realidad. Un paralelismo entre lo cotidiano y las necesidades, entre los
anhelos y posibilidades, entre aspiraciones y respuestas posibles, viables.
Ese es el punto.


Se dedicó con una sencillez verbal casi pedagógica a abordar la realidad de
Puebla, pero no se quedó en los quées, eso ya lo sabemos. De lo cualitativo,
entendible por todos, pasaba a lo cuantitativo, a los cómos. Con detalles
concretos.


Citaba problemas regionales, deudas sociales de los gobiernos hacia los
gobernados, ponía en la mesa lo urgente y lo necesario, sembraba la
expectativa pero remachaba sus compromisos.


Eso…eso, los compromisos.


Exponía problemas y necesidades, muchas evidentes, conocidas, algunas
gritando su presencia: como la inseguridad, la infraestructura para salud, la
educación de calidad, la obesidad como monstruo que se engulle a la niñez
y fabrica millones de desnutridos, hipertensos y diabéticos colocando a
Puebla en el primer sitio del listado de la vergüenza nacional.


Y en seguida los proyectos y respuestas a corto y mediano plazo.


Algunas de sus ofertas se aproximaban a lo ideal, a lo soñado, pero a
continuación puntualizaba el cuándo, el dónde, el cómo será atacado tal
problema.


Fue un discurso llano y convincente, cargado de expectativas. Pero en la voz
de un conocedor como Alejandro el gobernador, invitaba a blindarse de
optimismo y sumarse a la consecución de metas. El auditorio, silente, atento
como pocas veces se ha visto, compraba absolutamente todas las ofertas.
Quienes conocen al gobernador o han seguido sus pasos en los últimos 30
años esperaban algo así. Pero superó las expectativa de todos.


Algo más, complemento y marco de todo esto que no es envoltura de
celofán: la escenografía comunicativa.


Alejandro confirmó su condición de ser un extraordinario comunicador, con
el marco escénico en el que expuso lo que él llama “Visión de Gobierno
2024-2030”.

xgt49@yahoo.com.mx

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