Asma al Assad, esposa de Bashar al Assad, pasó de ser la imagen glamurosa y moderna de Siria a convertirse en una figura asociada al régimen autoritario de su esposo. Nacida en Londres y con pasaporte británico, se encuentra en el centro de la controversia tras huir de Siria junto a su familia, buscando refugio en Moscú según agencias rusas, aunque el Kremlin no ha confirmado su presencia.
A sus 49 años, Asma enfrenta sanciones internacionales, incluida la congelación de activos por parte de la Unión Europea y sanciones estadounidenses desde 2020, acusada de haberse beneficiado económicamente durante la guerra civil siria. El Reino Unido, aunque no le prohíbe la entrada debido a su ciudadanía, ha dejado claro que no es bienvenida. El jefe de la diplomacia británica, David Lammy, afirmó: “Haré todo lo que esté en mi mano para garantizar que ningún miembro de esta familia pueda establecerse en Reino Unido”.
Graduada en informática y literatura francesa del King’s College, Asma trabajó en instituciones financieras como Deutsche Bank y JP Morgan antes de casarse con Bashar al Assad en 2000. Inicialmente vista como una promesa de modernidad, su reputación se desmoronó tras el inicio de la revuelta en Siria en 2011, donde fue criticada por su silencio ante la represión.
La familia al Assad tiene tres hijos, el mayor de ellos graduado recientemente en matemáticas en la Universidad de Moscú. Además, en 2020 se dio a conocer que Asma padecía leucemia, luego de superar un cáncer de mama entre 2018 y 2019.
Asma al Assad ha sido objeto de múltiples críticas y sanciones por su vínculo con el Syria Trust for Development, una organización benéfica que fundó y de la cual, según detractores, se habría enriquecido.
Actualmente, su huida a Moscú y el rechazo internacional que enfrenta, especialmente de países como el Reino Unido, refuerzan su papel como figura controvertida en la crisis siria.