Para ponderar lo complicado que se presenta el escenario económico de México hacia 2025, podemos comparar con las expectativas de la economía mundial y la de Estados Unidos.
Según el informe de Perspectivas Económicas de la OCDE publicado hace unos días, la economía mundial seguirá resiliente, con un crecimiento de 3.3% tanto en 2025 como en 2026, sólo 10 puntos base debajo de lo esperado para el presente año. Para México, el pronóstico es 1.4% en 2024, 1.2% en 2025 y 1.6% en 2026. Para Estados Unidos, 2.8, 2.4 y 2.1, respectivamente.
Desde el inicio del sexenio pasado se acentuó la brecha en el desempeño de nuestra economía respecto a la estadounidense, las cuales, desde la entrada en vigor del TLCAN, habían convergido en variaciones anuales del PIB en niveles similares. Ya no ha sido el caso.
De 2019 a 2023, nuestro crecimiento anual promedio fue 0.78%; menos de la mitad del de Estados Unidos. En 2025 creceríamos un punto porcentual menos, pero incluso eso puede complicarse.
A diferencia de la economía global, la resiliencia no parece un rasgo característico de la nuestra en este momento de gran vulnerabilidad, máxime ante los vientos en contra internos y desde Estados Unidos, con el segundo mandato de Donald Trump, amenazando con aranceles de 25% a todas nuestras exportaciones, deportaciones masivas y una reforma fiscal radical para alentar la inversión en su país y evitar que venga aquí.
Por lo pronto, México cierra este año con un déficit público de 6% del PIB, el más alto en tres décadas. El Gobierno Federal se ha comprometido a bajarlo a 3.9% en 2025, pero para ello considera, para fines de ingresos, un crecimiento económico de 2.5% en ese año, cuando los pronósticos de economistas, instituciones financieras o calificadoras apuntan, en promedios, a 1.5 por%, y han ido consistentemente a la baja, con el fantasma de una recesión o estancamiento acechando, dado el tamaño de la desaceleración que se está viendo en la actividad económica.
Los principales indicadores –inversión, empleo, demanda externa y hasta el consumo– confirman un marcado debilitamiento, en el que también incidirán los recortes al gasto federal.
Los analistas encuestados por Banco de México proyectan que la inflación general cierre este año en 4.42% y 2025 en 3.80 por ciento. Sin embargo, muchos ven al índice general cerrando en más de 4% en ese año.
No es improbable que el banco central tenga que pausar el ciclo de recortes a la tasa de referencia, por ejemplo, en 8.75 u 8.5 por ciento hacia mediados de año. De entrada, porque también la Reserva Federal podría verse orillada a detener el relajamiento monetario por presiones al alza, efecto colateral de las políticas arancelarias, migratorias y fiscales anticipadas. Cierto alivio desde el 10.25% vigente, sobre todo para la pesada carga financiera del Gobierno, pero todavía en niveles costosos.
¿Qué podría mejorar el panorama? De entrada, inyectar una buena dosis de confianza que atenúe la incertidumbre y la parálisis o la cautela ante el riesgo dominantes, como pueden verse en la Encuesta de Banco de México, con un contundente deterioro en las expectativas de los economistas: 68% considera que la coyuntura es mal momento para invertir, cuando hace un año era sólo 22%; 79% cree que el clima de negocios empeorará en los próximos seis meses; en noviembre de 2023, era el 26 por ciento.