Los incendios forestales en Los Ángeles, California, continúan siendo una de las peores crisis de la región. Vientos de Santa Ana de hasta 112 km/h han avivado las llamas. Hasta ahora, 16 personas han muerto y más de 180,000 residentes fueron evacuados.

Comunidades enteras han quedado reducidas a escombros. Historias como la de Anthony Mitchell y su hijo Justin, quienes fallecieron juntos, reflejan el impacto humano. En Altadena, Víctor Shaw, intentó salvar su hogar con una manguera de jardín.

El estrés postraumático y la ansiedad se suman a los daños materiales. Los sobrevivientes enfrentan la llamada "solastalgia", un dolor emocional por la pérdida de su entorno.

El cambio climático está detrás de estos desastres. Gavin Newsom, gobernador de California, pide un "Plan Marshall" para reconstruir y adaptarse al clima extremo. La expansión urbana y el uso de combustibles fósiles alimentan este ciclo destructivo.

Mientras tanto, los evacuados enfrentan largas esperas para regresar a sus hogares. La escasez de agua en hidrantes ha complicado el trabajo de los bomberos, y la frustración crece. Se han implementado toques de queda y controles de seguridad.

Donald Trump, presidente electo, criticó la gestión de los incendios en California, acusando de ineficiencia a las autoridades locales. Instó al gobernador Newsom a mejorar la respuesta ante la crisis.

El incendio en Pacific Palisades ha destruido más de 12,000 estructuras. Las llamas siguen avanzando, amenazando áreas como el Valle de San Fernando y el Getty Center.

Autoridades trabajan contrarreloj para frenar el avance del fuego y evitar más tragedias humanas y materiales.

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