En la política migratoria actual de Estados Unidos, un agente de inmigración tiene más poder que un tribunal, según Tom Homan, zar fronterizo de Donald Trump. Homan afirmó que los oficiales del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) son los "principales árbitros" al determinar si un inmigrante está vinculado a una pandilla, y, por lo tanto, si debe ser expulsado del país sin demora.
Estas declaraciones surgen en un momento clave, cuando la Corte Suprema de EE.UU. evalúa los límites del poder Ejecutivo en su ofensiva contra migrantes que el gobierno considera "enemigos del Estado". Homan subraya que no basta con no tener antecedentes penales, ya que muchos pandilleros no los tienen. En su lugar, ICE utiliza una escala de ocho puntos basada en diversos factores, como tatuajes, redes sociales y la palabra de informantes confidenciales, para determinar si alguien está vinculado a pandillas como la MS-13 o el Tren de Aragua.
Para algunos migrantes, un símbolo o una simple admisión pueden ser suficientes para justificar su expulsión. Esta práctica preocupa a muchos expertos en política migratoria, quienes consideran que solo la palabra de un agente no debería ser suficiente para aplicar una ley tan extrema. Incluso durante la Segunda Guerra Mundial, los acusados bajo la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 tuvieron derecho a una audiencia.
Homan defendió estas políticas ante legisladores en Arizona, un estado con un historial de fricciones migratorias. Rodeado de figuras republicanas como Joe Arpaio, famoso por sus prácticas discriminatorias, Homan afirmó que las estrategias de Trump lograron "retomar el control total" de la frontera, reduciendo los cruces ilegales en un 94 por ciento.
Sin embargo, las críticas no tardaron en llegar. Manifestantes y legisladores demócratas denunciaron estas políticas como "crueles y racistas", argumentando que deshumanizan a los migrantes que buscan una vida mejor.