El Vaticano confirmó el fallecimiento del Papa Francisco, quien murió este lunes a los 88 años en Roma, marcando el fin de una era en la Iglesia católica contemporánea.
El pontífice, primer latinoamericano en ocupar el trono de San Pedro, dedicó su vida al servicio pastoral, a la defensa de los más pobres y a la transformación de la Iglesia.
Desde su elección en 2013, Francisco impulsó una reforma eclesiástica profunda, caracterizada por la austeridad, la inclusión social y el diálogo interreligioso, pese a las resistencias de sectores conservadores.
Nacido como Jorge Mario Bergoglio, en Buenos Aires, Argentina, se convirtió en el primer jesuita y el primer papa no europeo desde el siglo VIII, rompiendo tradiciones centenarias.
En las últimas semanas, su salud se deterioró debido a complicaciones respiratorias. Fue hospitalizado en el Gemelli durante más de un mes y dado de alta el pasado 23 de marzo.
El fallecimiento ocurrió apenas un día después de su aparición en la Plaza de San Pedro durante la celebración del Domingo de Resurrección, donde saludó brevemente a los fieles.
Durante su papado, Francisco promovió causas globales como la justicia social, la protección ambiental, la paz mundial y la integración de comunidades marginadas dentro y fuera del catolicismo.
Su último mensaje de Pascua, leído por un asistente, abogó por el fin de los conflictos, el respeto a las libertades individuales y la solidaridad con los pueblos en guerra o crisis.
El funeral será en tres días y se espera una asistencia multitudinaria en el Vaticano, donde ya miles de personas comenzaron a congregarse para rendirle homenaje y despedida.
Líderes mundiales han enviado condolencias. Desde Javier Milei hasta Emmanuel Macron, se han pronunciado sobre su legado como un hombre de paz, unidad y compromiso humano.
Francisco será recordado por su capacidad de renovación espiritual y su firme postura frente a las desigualdades globales, dejando un legado moral, político y religioso de resonancia histórica.
Su muerte coincide con el año jubilar, celebración sagrada que congrega a millones de peregrinos en Roma, cerrando así su pontificado con un símbolo de fe y redención universal.