Miss Lupita es una docente que está consciente de que la educación tiene el poder de transformar vidas, por lo que trata de enseñarle valores a cada niño, lo exhorta a soñar y lo impulsa a alcanzar sus metas.
Su amor por los niños es el ingrediente principal en cada clase que imparte desde hace casi dos décadas, en las cuales trata de dejar huellas imborrables en sus alumnos para que puedan enfrentar los retos de la vida.
“Para mí ser maestra es acompañar, entender, aprender y vivir junto con cada pequeño su propia experiencia de aprendizaje, muchas veces queremos que todos vayan a su ritmo o que aprendan de la misma forma y no, nosotros somos quienes nos debemos de adaptar a ellos y enseñarlos con el corazón”, explicó.
Gracias a su paciencia, ternura y guía ha logrado que muchos pequeños sepan que aprender a leer y escribir es un momento de magia, que les servirá para el resto de su vida y les abrirá más puertas al conocimiento.
“Siempre he tratado de ser empática, comprensiva y he aprendido a reflexionar con ellos para que entiendan la importancia de su aprendizaje, de sus emociones, es algo que a lo largo de estos años he aprendido”, afirmó.
María Guadalupe Núñez Martínez inició como docente hace 16 años en un preescolar comunitario, posteriormente trabajó en guarderías de la antigua Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y posteriormente ingresó a trabajar a un kínder particular.
“Logré aprender mucho sobre el desarrollo infantil, muchas veces me enfrente a quedarme sola frente a grupo y eso me ayudó a improvisar en esos momentos, a buscar fuera de clase qué podía trabajar en grupo, qué debían aprender y, sin darme cuenta, fui aprendiendo cada vez más”, aseguró.
Su crecimiento fue paulatino, primero como auxiliar, luego como maestra de estimulación temprana, después como coordinadora y actualmente como docente de lenguaje.
A Lupita, como le dicen sus alumnos, le gusta darse cuenta que los niños se sorprenden de su propia formación e instrucción porque, al enseñarles de manera lúdica, ellos no se percatan de lo mucho que ya saben.
“Muchas veces trabajamos jugando, pero siempre con un objetivo académico y me emociona ver sus caras de sorprendidos, de que ya pudieron leer o formar palabras, a mi me encanta porque adquieren conocimientos sin darse cuenta y también disfrutan la clase”, compartió Núñez Martínez.
Después de 16 años de enseñanza, lo más gratificante es ver que los pequeños a quienes instruyó, la buscan para cobijarse en sus abrazos.
“Me ha tocado ver a exalumnos que conocí desde bebés y ahora tienen 15 años y me recuerdan por bailes, por abrazos y por juegos, pienso que es lo más lindo, que me recuerden y me reconocen”, recordó la educadora.
El reto actual de la docente es que los padres de familia apoyen más a sus hijos, ya que la mayoría prioriza otras actividades personales o económicas.
“En este momento observo que los papás están muy enfocados en sus trabajos, en sus labores y que les es difícil a muchos cumplir con las tareas, porque actualmente vivimos en un ritmo diferente y entiendo que es difícil para ellos poder cubrir todo, por eso busco adaptarme a tareas que los niños puedan hacer solos en casa y yo refuerzo en clase”, reconoció la maestra María Guadalupe Núñez.