El cortisol regula funciones esenciales en el cuerpo, pero niveles elevados sostenidos pueden afectar gravemente la salud física y emocional. Detectarlo a tiempo es clave.

El cortisol, conocido como la hormona del estrés, es producido por las glándulas suprarrenales y participa en procesos como el metabolismo, la respuesta inmune y el ciclo sueño-vigilia.

Sus niveles varían durante el día, alcanzando el punto máximo entre las 6:00 y 8:00 am, y disminuyen gradualmente. Esta regulación depende del eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (HPA).

Los niveles normales en sangre oscilan entre 10 y 20 mcg/dL en la mañana y de 3 a 10 mcg/dL por la tarde. Valores superiores pueden causar diversos síntomas.

Entre los signos más comunes del cortisol alto se encuentran el aumento de peso abdominal, acné, fatiga, presión alta, ansiedad, insomnio y cambios de ánimo.

El exceso crónico puede desencadenar enfermedades graves como diabetes tipo 2, depresión o trastornos cardiovasculares. Las causas más comunes son el estrés prolongado y condiciones médicas como el síndrome de Cushing.

También pueden elevarse por tumores en glándulas suprarrenales o pituitaria, o por el uso prolongado de corticosteroides. El diagnóstico requiere análisis de sangre, orina o saliva, y estudios de imagen.

El tratamiento depende del origen. Puede incluir cirugía, medicamentos inhibidores del cortisol o ajuste de fármacos. Complementariamente, es recomendable mantener un estilo de vida saludable.

Dormir bien, hacer ejercicio, meditar, socializar y asistir a terapia pueden ayudar a reducir esta hormona naturalmente. La detección temprana es fundamental para evitar complicaciones.

Si presentas síntomas persistentes, consulta con un especialista. Controlar el cortisol es esencial para tu bienestar físico y mental.

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