Este 4 de julio, día de la Independencia de Estados Unidos, podría iniciar el nuevo impuesto a las remesas, reducido finalmente a 1%, según el último borrador legislativo.

En un principio, el gravamen propuesto era del 5%, pero posteriormente se disminuyó al 3.5%. Ahora, el proyecto contempla un cobro menor, considerado más viable políticamente.

El nuevo plan fiscal de Donald Trump, denominado One Big Beautiful, es impulsado por Lindsey Graham, presidente del Comité de Presupuesto del Senado.

Este impuesto afectará envíos de dinero en efectivo, giros postales, cheques de caja y otros instrumentos financieros utilizados para remesar fondos a otros países.

Carlos López Jones, analista financiero, señaló que tasar las remesas, sea 1% o 3.5%, persigue identificar y dificultar redes ilegales de transferencia de recursos ilícitos.

El experto advirtió que el Departamento del Tesoro y el SAT mexicano tendrán más herramientas para rastrear montos elevados que crucen la frontera vía remesas.

Si una persona envía 120 mil dólares al año, se investigará el origen del dinero, lo que podría frenar la triangulación de fondos entre países.

Según López Jones, quien reciba la remesa deberá declarar si es ciudadano. Si no lo es, pagará el impuesto correspondiente durante el proceso de envío.

Janneth Quiroz, directora de análisis financiero de Monex, opinó que la reducción a 1% facilita su incorporación como gravamen permanente en la legislación estadounidense.

Aunque la afectación será menor, subrayó que este cobro aún representa un gasto adicional que impactará a millones de familias mexicanas y latinoamericanas.

El emisor pagará el impuesto al momento de enviar el dinero. Por ley, las empresas deberán recaudarlo y entregarlo trimestralmente al gobierno federal.

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