Ozzy Osbourne, leyenda del heavy metal y líder de Black Sabbath, falleció dejando una vida llena de música y controversias. Una de las más recordadas ocurrió en 1982, cuando orinó sobre el monumento del Álamo, en Texas.
El hecho, que Osbourne cometió en estado de ebriedad y vestido con la ropa de su esposa, le costó una prohibición para presentarse en San Antonio durante años.
Del escándalo al arrepentimiento
La institución encargada del Álamo lamentó su muerte en redes sociales, recordando que su historia pasó “del arrepentimiento a la reconciliación”. En 1992, Osbourne pidió disculpas al alcalde de la ciudad y donó 10 mil dólares a las Hijas de la República de Texas.
En 2015, regresó al Álamo para aprender su historia, en una visita filmada por History Channel. La organización destacó que demostró “humildad y comprensión”, cambiando la percepción pública tras aquel acto.
Un legado más allá de la polémica
El Álamo, escenario clave de la guerra de Texas en 1836, reconoció la complejidad de la vida del artista. “Hoy honramos su viaje de reconciliación y expresamos condolencias a su familia, amigos y fans en todo el mundo”, señaló en un comunicado.
El gesto cierra un capítulo polémico, recordando a Osbourne no solo como el “Príncipe de las Tinieblas”, sino como un músico que influyó en generaciones.