Con el regreso a clases cerca, muchas familias buscan zapatos escolares duraderos que aseguren comodidad y ahorro. Cuidarlos bien puede extender su vida útil durante todo el ciclo escolar.

Según la Profeco, elegir la talla correcta es esencial. El calzado debe ajustarse al pie sin apretar, permitiendo el movimiento libre de los dedos y sin provocar molestias o desgaste prematuro.

Tener un segundo par y alternarlos cada tercer día permite que los zapatos descansen, liberen humedad y se mantengan estructuralmente estables, reduciendo el riesgo de hongos y malos olores.

El mantenimiento constante es clave. Bolear los zapatos regularmente mantiene la piel hidratada. Usar cremas adecuadas y cepillos suaves evita grietas y conserva la apariencia original.

Haz revisiones periódicas: costuras firmes, suela sin desgaste excesivo y sin protuberancias internas. Un calzado en mal estado puede provocar caídas o molestias al caminar.

Evita que se mojen innecesariamente. La humedad daña el material y genera mal olor. Si se mojan, sécalos al aire libre y nunca uses calor directo como secadoras o estufas.

Por higiene, evita que el calzado cerrado sea reutilizado por otros niños. Usarlo de forma individual y conforme a las recomendaciones del fabricante es lo más adecuado.

Seguir estos consejos no solo cuida la salud y comodidad de tus hijos, también ahorra dinero y promueve un consumo más responsable y sustentable.

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