Una conversación telefónica de casi una hora entre Donald Trump y Vladimir Putin concluyó sin progresos en la búsqueda de un alto el fuego en Ucrania, prolongando el estancamiento diplomático.

No hice ningún progreso con él, en absoluto”, admitió Trump ante reporteros, en una declaración poco habitual por su franqueza respecto al mandatario ruso.

La charla contrastó con el tono optimista que Trump ha mantenido hacia Putin desde su regreso a la Casa Blanca. Aunque abordaron otros asuntos, la guerra en Ucrania dominó la agenda.

Desde Moscú, el Kremlin describió la llamada como “franca” y reafirmó su postura: Rusia no renunciará a sus objetivos estratégicos en la región.

Según Yuri Ushakov, asesor de Putin, estos incluyen impedir el ingreso de Ucrania a la OTAN y mantener el control sobre los territorios ocupados, demandas inaceptables para Kiev.

El Kremlin insistió en que busca una solución negociada, pero reiteró que la llamada “operación militar especial” continuará mientras no se cumplan esas condiciones.

La llamada coincidió con el anuncio de Washington sobre la suspensión parcial de envíos de armas a Ucrania. Aunque Trump negó la pausa, reportes indican que el Pentágono prioriza reservas propias.

Esta incertidumbre ha encendido alarmas en Kiev. Durante una visita a Dinamarca, el presidente Volodímir Zelenski pidió a la UE y la OTAN incrementar su apoyo militar y financiero.

Trump, en campaña, prometió terminar el conflicto en “24 horas”, pero su frustración refleja la complejidad geopolítica y la resistencia rusa.

Mientras Moscú sigue ganando terreno, las perspectivas de un acuerdo se alejan.

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