Aunque el uso de cannabis medicinal está reglamentado en México desde 2021, su implementación real sigue siendo limitada. Según el más reciente Estudio sobre el uso de Cannabis y sus Derivados en Población Mexicana, realizado por la Conasama, apenas 18.9% de los consumidores vigentes utilizan esta planta con fines médicos.

El informe, basado en una muestra de 17,009 personas, de las cuales 894 son consumidores actuales, revela que solo 11.9% la usa para tratar depresión o ansiedad, y 7% para aliviar dolor o inflamación. Por el contrario, el 42% consume cannabis para relajarse o reducir el estrés, lo que evidencia que su uso sigue siendo predominantemente recreativo.

Expertos consultados señalaron que la falta de información institucional y la inacción regulatoria han creado un mercado irregular, afectando principalmente a quienes necesitan cannabis por motivos terapéuticos. La última Encodat, que ofrecía datos oficiales sobre consumo, fue publicada en 2017, lo que agrava la desactualización del panorama nacional.

Frente a este vacío informativo, activistas como Jane López han tomado la iniciativa de impulsar una nueva Encuesta Nacional del Consumo de Cannabis. El objetivo es recolectar datos actuales que permitan identificar perfiles de consumo, género, edad, padecimientos asociados y formas de adquisición.

La historia de Jane y su hijo Diego, quien padece el síndrome de Lennox-Gastaut, ilustra la urgencia de una regulación clara y efectiva. Para López, “publicar estos datos en revistas científicas puede influir directamente en las decisiones de política pública”.

Hasta ahora, la encuesta ciudadana ha registrado 922 respuestas, en las que predomina el uso por ansiedad y dolor crónico. Las presentaciones más comunes incluyen cremas, gomitas y aceites, adquiridos muchas veces sin control médico.

Juan Carlos Castillo, presidente de Prodesalud, recordó que desde 2017 el uso personal de cannabis fue despenalizado, y en 2021 se emitió un reglamento para su uso medicinal. No obstante, la Cofepris, organismo que regula su aplicación, mantiene omisiones que frenan su implementación.

“Tenemos una deuda histórica con pacientes que necesitan cannabis médico. Superarla implica romper con el estigma, la desinformación y la falta de evidencia sólida”, advirtió Castillo. México está ante la oportunidad de cambiar esta narrativa, pero requiere voluntad política, información actualizada y compromiso institucional.

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