Desde hace 10 años, por invitación de un conocido, José Ignacio Flores viaja desde la comunidad de San Antonio Coyahuacán, en el municipio de Olinalá del estado de Guerrero, hasta la Plaza de La Concordia en San Pedro Cholula, para intercambiar sus artesanías por ropa, despensa, comida o dinero.

En una conversación con 24 HORAS, don José narró que aprendió el arte de trabajar la madera y pintarla desde los 15 años, edad en la que se “juntó” con su esposa y comenzó a ayudar a su suegro en este oficio, como una forma de sustento económico y para tener un ingreso extra.

“Mi suegro me enseñó a elegir la madera. Lo que vengo a intercambiar este año son artesanías hechas de colorín, que es una madera noble, que se deja lijar y pintar, pero que no es pesada para los llaveros, las máscaras, las jícaras y lo que vengo cargando”, comenta el artesano de 65 años.

El trayecto que hizo don José con su hija, su yerno y su nieta, duró un día entero. Inició con una caminata de una hora desde su comunidad, San Antonio Coyahuacán, hasta Olinalá; a partir de ahí, comenzaron los traslados en autobuses.

“Lo más pesado es la hora que tenemos que caminar cargando las cajas con las cosas. Ya de ahí llegamos a Olinalá y de ahí ya es más fácil porque tomamos el autobús para Izúcar de Matamoros. De ahí nos bajamos y tomamos otro carro para Puebla, la mera capital, y de ahí ya tomamos taxi para llegar aquí a Cholula”, relató José Ignacio Flores.

VALOR REAL

En el trueque, las personas intercambian sus productos por lo que necesitan: despensa, cobijas o ropa que, en ocasiones, no alcanzan el valor real de las piezas, como ocurre con don José. Este año trajo un jaguar de 50 centímetros de largo por 20 de alto, que le llevó casi tres semanas tallar y pintar a mano. La pieza tiene un valor comercial de cinco mil pesos, pero hoy podría cambiarla por una despensa entera.

“Este jaguar es de los que hacemos. Llevó mucho tiempo el detalle para formar y para pintar, pero al final son cosas que hacemos para vivir, para tener algo que llevar a casa. Si llega alguien que lo quiere y me da ropita o una buena dote de comida, que se lo lleve”, afirmó el artesano guerrerense, mientras sostenía entre sus manos el fruto de semanas de trabajo y esfuerzo.

En el espacio de 2x2 metros que le otorgó el ayuntamiento de San Pedro Cholula, Ignacio Flores colocó una lona en el piso con varios llaveros en forma de jaguar, jícaras, máscaras del felino y colibríes. También destacan unas calabazas secas que él mismo lijó y pintó; una de ellas le llevó mes y medio de trabajo.

“Cada pieza no sólo es la inversión que se hace en pintura, la misma que se usa para las casas, sino el tiempo que se le dedica a cada una”, afirmó.

Aunque don José no ambiciona regresar a casa con los bolsillos llenos de efectivo, sí espera obtener unas tres cajas de huevo repletas de azúcar, frijol, arroz, cobijas, ropa, zapatos o lo que la gente decida darle a cambio de sus artesanías.

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