Hablar de la Fórmula 1 significa conocer el nivel más alto del automovilismo mundial, donde velocidad, tecnología y estrategia hacen de cada monoplaza una obra única de ingeniería.

Construir un auto de F1 no tiene un costo fijo. Cada pieza requiere materiales de última generación, investigación, pruebas y cientos de horas de desarrollo especializado.

El motor híbrido es el componente más caro, con sistemas de recuperación de energía, baterías y electrónica. Su precio oscila entre 7 y 10 millones de dólares según RTR Sports (2023).

El chasis o monocasco, fabricado en fibra de carbono, protege al piloto y soporta impactos. Su costo va de 600,000 a 1.5 millones de dólares, según el equipo.

El paquete aerodinámico, incluyendo alas y difusores, puede costar entre 2.5 y 5 millones de dólares. Suspensión, frenos y ruedas suman entre 2.5 y 4 millones de dólares adicionales.

Otros elementos clave son la transmisión (400,000 a 1 millón), electrónica y telemetría (1.5 a 2.5 millones), Halo y cabina (20,000 dólares), y los neumáticos, que se renuevan cada fin de semana.

El costo total de un auto de Fórmula 1 ronda entre 10 y 20 millones de dólares. Además, las escuderías invierten en I+D, túneles de viento, simulaciones y constantes actualizaciones.

Entre los monoplazas más caros destacan Red Bull Racing, Mercedes y Ferrari, seguidos de McLaren, Aston Martin y Alpine. La inversión anual de cada equipo puede superar los cien millones de dólares.

Construir un auto de F1 implica combinar innovación, ingeniería y recursos millonarios. No solo se fabrica, sino que se mantiene y mejora durante toda la temporada para competir al máximo nivel.

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