La elección de rector de la (Benemérita) Universidad Autónoma de Puebla puede tener defectos entre el método de votación directa contra el voto ponderado, pero lo incuestionable es el carácter democrático para elegir a sus autoridades.
Sin duda en el centro de la discusión deben estar los proyectos para las funciones sustantivas relacionadas a la calidad de la docencia, la investigación científica, la extensión universitaria yla difusión de la cultura.
Pretender ubicar la importancia de la contienda a la Rectoría por el oportunismo egocéntrico de Beatriz Gutiérrez; el presunto desmayo de Rodolfo Zepeda Memije, o la acusación contra César Ricardo Cansino Ortiz como deudor alimentario, es banalizar el proceso sucesorio.
La competencia por encabezar la Rectoría de la BUAP en la era digital no depende los likes de “me gusta”, el número de seguidores y las frases hechas para ser tendencia, pretendiendo viralizar hechos o actos como los relacionados a Gutiérrez Müller, Zepeda Memije o Cansino.
Si bien el ciberespacio debe aprovecharse para el debate universitario de la oferta académica, administrativa y de vinculación con la sociedad, los hay quienes le apuestan a la guerra de lodo para poner en el centro los asuntos de vida privada de los aspirantes, mientras no sea un impedimento para ser candidato.
Sin negar el uso de la tecnología en las comunicaciones con el uso del internet y las diversas plataformas de redes sociales, en el centro de la campaña por la Rectoría deben estar los diferentes programas integrales que atienda las necesidades de la comunidad universitaria, principalmente los estudiantes.
Y el debate en la campaña electoral no se reduce a una confrontación de proyectos de los tres aspirantes al cargo, sino el debate de las ideas en las aulas y la academia respecto al modelo y rumbo de la principal universidad pública del estado, el país e internacional.
Lilia Cedillo Ramírez se ha centrado en esos aspectos fundamentales del quehacer universitario, no sólo por su experiencia como docente e investigadora científica, sino por la ventaja del aprendizaje en un primer trienio, sujeto al escrutinio de los universitarios.
Si bien al estar frente a la Rectoría por tres años la haría más vulnerable ante las críticas y los cuestionamientos, en realidad su participación para buscar el voto para reelegirse es una prueba indudable de estar sujeta a un referéndum para revocación de mandato.
Cedillo Ramírez no solo propone innovar y profundizar en lo ya realizado en tres años, a diferencia de sus competidores que solo exponen lo que quisieran hacer por la BUAP.
Si bien buscar el apoyo de los universitarios para reelegirse en el cargo, los resultados hablan por sí solos, le siguen debiendo al debate de las ideas, de las propuestas en los diferentes sectores.
Posterior al paro estudiantil de la primavera en la BUAP, se quedó en el terreno reivindicativo respecto a los servicios, insumos y conductas de docentes y autoridades, pero no terminó en una propuesta con nombre y apellidos para competir por la Rectoría.
El contraste de proyectos enriquece las campañas y el debate universitario, porque expresiones periodísticas como aquella de que Beatriz Gutiérrez “le puso sabor” a la elección de rector, o machacar temas de vida personal de un candidato, es de pobreza extrema.
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