La OTAN reaccionó con rapidez tras la incursión de 19 drones rusos en Polonia, considerada la violación más grave del espacio aéreo aliado desde el inicio de la guerra en 2022.
Varsovia confirmó que 16 drones fueron recuperados, mientras que el primer ministro Donald Tusk advirtió que se trató de “lo más cerca de un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial”.
La operación de respuesta fue bautizada “Eastern Sentry”, con la participación de cazas británicos Typhoon, F-16 daneses, Rafale franceses y Eurofighters alemanes. Moscú insistió en que no planeaba atacar a Polonia.
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El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, elogió la “respuesta rápida y hábil” y aseguró que la organización defenderá “cada pulgada del territorio aliado” ante cualquier nueva provocación.
Días después, Rumanía también denunció la presencia de un dron ruso Geran en su espacio aéreo, lo que generó nuevas condenas y aumentó la presión diplomática contra el Kremlin.
El canciller polaco Radosław Sikorski señaló el incidente como una provocación, planteando incluso una zona de exclusión aérea sobre Ucrania, propuesta respaldada por algunos aliados desde el inicio de la guerra.
En la ONU, Washington reiteró su apoyo a Polonia, prometiendo defender “cada pulgada del territorio aliado”. En paralelo, Rusia y Bielorrusia lanzaron ejercicios militares “Zapad” con 7,000 soldados y un misil Kalibr.
La incursión reveló una asimetría estratégica: los drones rusos de bajo costo obligan a la OTAN a desplegar defensas que implican gastos millonarios, un desafío que pone a prueba la unidad aliada.

