Por iconoclasia
Aunque es un término de origen religioso, que surgió en el imperio bizantino por allá del siglo VIII, el movimiento feminista radical adoptó este viejo concepto para justificar una forma de protesta pública: la destrucción deliberada de imágenes, símbolos o monumentos, que consideran representaciones de un orden patriarcal y opresivo, con el fin de visibilizar la violencia de género y la urgencia de justicia para las mujeres. Sin duda, reclamos más que justificados, en una sociedad dominada históricamente por hombres. Sin embargo, la vandalización de edificios e inmuebles en el Centro Histórico de Puebla, Patrimonio de la Humanidad, fue rechazada por unanimidad por los ciudadanos que presenciaron los golpes que cuatro feministas, y uno que otro hombre por ahí, le dieron a la Fuente de San Miguel, con mazo en mano. Al grito de “protesten, no destruyan”, las personas que presenciaron los hechos del sábado pedían a los policías municipales “que se las lleven, que se las lleven”. De hecho, el feminismo pierde adeptos conforme gana el respeto a los derechos de las mujeres, debido a que se impone mediante una nueva moral, en la que el género masculino queda en un segundo plano, propiciando la continuidad de abusos sociales, ahora en contrasentido. ¿Será que, para que el mensaje llegue a toda la población, son necesarias otras formas de manifestación que construyan ideas, más allá de desquitarnos con las paredes o las fuentes? ¿Será?
En dos meses
En dos meses, o en menos, el Hospital General Regional Número 36 del Instituto Mexicano del Seguro Social, mejor conocido como San Alejandro, podría reabrir sus puertas, toda vez que el inmueble ya está terminado, después de su demolición por los daños que sufrió durante el sismo del 19 de septiembre de 2017. De acuerdo con el gobernador, Alejandro Armenta, solamente “faltan algunos equipos que se están adquiriendo, pero la obra está concluida”. Incluso, el mandatario estatal señaló que la presidenta, Claudia Sheinbaum, está pendiente de los trabajos. Los retrasos en la reconstrucción del nosocomio la han pagado los derechohabientes, que soportan la aglomeración en el Hospital de La Margarita, donde los pacientes yacen sentados, en los pasillos o tumbados en el piso, porque no hay camas suficientes. Y es que antes del sismo, San Alejandro atendía a siete mil personas al día, es decir, dos millones 555 mil derechohabientes al año, por parte de dos mil 500 trabajadores por turno, en 415 camas censables. Si el nuevo edificio no cumple con estas cifras o las supera, el IMSS en Puebla seguirá presentando un déficit en la atención médica, en condiciones que distan mucho de un servicio de calidad. ¿Será?
Asaltan en grupo
Dos asaltos cometidos por comandos armados se suscitaron este fin de semana en la capital poblana. El primero, en la junta auxiliar de La Libertad, donde un grupo de cinco sujetos armados y encapuchados amagó a una familia para robarle 300 mil pesos y distintas pertenencias; el segundo, en el restaurante Amorcito Corazón de la avenida Juárez, donde los comensales reportaron que sujetos desconocidos desenfundaron sus armas y los despojaron de dinero y sus celulares. Aunque no es la primera vez que ocurre, las bandas delictivas han tenido éxito en los atracos a restaurantes, porque prácticamente salen impunes, modus operandi que ahora repiten en el robo a casa-habitación. ¿Será?

