La CIA vuelve al centro de la controversia tras revelarse una operación encubierta en Venezuela, autorizada por la Casa Blanca bajo el argumento de combatir el narcotráfico. Según The New York Times, el permiso presidencial clasificado permite ejecutar misiones letales dentro del territorio venezolano y el Caribe, lo que ha sido interpretado por Caracas como un intento directo de desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro.

El despliegue militar estadounidense —con 10 mil soldados, buques de guerra y un submarino frente a las costas venezolanas— ha dejado 27 muertos en ataques a embarcaciones, acciones que Washington justifica como operativos antinarcóticos, pero que el chavismo denuncia como asesinatos extrajudiciales.

En un discurso encendido, Maduro acusó a la CIA de reeditar los golpes de Estado de la Guerra Fría, recordando los casos de Chile, Argentina y Nicaragua: “América Latina no los quiere ni los necesita”, afirmó. Mientras tanto, el Congreso estadounidense debate la legalidad de las incursiones y legisladores exigen transparencia sobre las operaciones letales.

Analistas advierten que esta nueva estrategia de “conflicto armado contra los cárteles” podría expandir el poder del Ejecutivo estadounidense sin control del Congreso. Para Venezuela, esta ofensiva no es más que una “intervención disfrazada de cruzada moral”, que busca minar la soberanía nacional y revivir las viejas heridas del intervencionismo norteamericano.

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