Los cambios de clima afectan la piel, especialmente en ciudades con variaciones de temperatura y humedad, como la Ciudad de México. Adaptar la rutina cutánea es vital.
Durante la transición de invierno a primavera o de verano a otoño, la piel enfrenta resequedad, descamación, irritación y brotes. La exposición solar provoca manchas y envejecimiento prematuro.
Mantener la piel saludable requiere un enfoque integral: hidratación, protección solar, alimentación balanceada y hábitos de higiene conscientes.
https://whatsapp.com/channel/0029VaE1iV22975FVy9QXt3J
La hidratación constante fortalece la barrera cutánea y reduce la pérdida de agua. Cremas con urea, glicerina o lanolina ayudan, y se recomienda aplicar después del baño.
Evita duchas calientes, ya que eliminan aceites naturales y causan sequedad. Opta por duchas tibias y seca la piel con suaves toques.
La protección solar diaria es esencial. Usa FPS 30 o más incluso en días nublados y reaplica cada dos horas. Complementa con sombreros y gafas.
En interiores, los humidificadores ayudan a mantener la humedad ambiental y prevenir descamación. La alimentación rica en frutas, verduras, nueces y pescado aporta antioxidantes que mejoran la piel.
Evita cambios bruscos de temperatura, exfolia suavemente y consulta al dermatólogo ante resequedad extrema, brotes o enrojecimiento persistente.
Consejos adicionales: aplica bálsamos en labios, cremas en manos y usa ropa adecuada según la estación. Evita alcohol y tabaco para conservar la piel hidratada y radiante.
Adaptar la rutina según el clima es clave. La combinación de hidratación, protección solar, dieta equilibrada y hábitos adecuados previene daños y mantiene la piel saludable todo el año.

