Un estudio del Instituto Florey de Neurociencia y Salud Mental reveló que la infección por COVID-19 podría provocar ansiedad hereditaria, afectando potencialmente a futuras generaciones.
Investigadores australianos infectaron a ratones machos con el virus del COVID-19, los cruzaron con hembras y analizaron la salud de su descendencia. Los resultados mostraron comportamientos más ansiosos respecto a la descendencia de padres no infectados.
El estudio fue publicado en Nature Communications, destacando que toda la descendencia de padres infectados presentó cambios similares. Las hembras mostraron “cambios significativos” en la actividad de genes del hipocampo, zona cerebral que regula emociones.
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Según Carolina Gubert, coautora de la investigación, estos cambios podrían deberse a herencia epigenética y desarrollo cerebral alterado. Es la primera investigación que evidencia el impacto a largo plazo de la infección en generaciones posteriores.
Los investigadores también detectaron alteraciones en moléculas de ARN del esperma de los padres, involucradas en la regulación de genes clave para el desarrollo cerebral. Esto sugiere una posible transmisión de efectos biológicos del virus a la descendencia.
Anthony Hannan, investigador principal, advirtió que se necesitan más estudios para confirmar si los mismos cambios ocurren en humanos. De ser así, millones de niños podrían verse afectados globalmente.
La pandemia de COVID-19, iniciada en 2020, ha causado más de siete millones de muertes según la Organización Mundial de la Salud. Además, ha tenido profundos impactos en la salud mental mundial, afectando especialmente a jóvenes que vivieron largos periodos de aislamiento social.

