En el Día Mundial de la Salud Mental, especialistas advirtieron que México atraviesa una brecha alarmante entre quienes padecen algún trastorno mental y los que logran recibir atención profesional. Según la Organización de Pacientes Común Ati, 1 de cada 4 mexicanos enfrentará depresión, ansiedad o trastorno bipolar, pero solo el 30% tendrá acceso a tratamiento.

Las cifras son contundentes: los casos de suicidio van en aumento, especialmente entre jóvenes, mientras que miles de personas permanecen sin diagnóstico ni atención oportuna, lo que deriva en crisis agudas.
“El país vive una crisis silenciosa de salud mental que afecta la estabilidad emocional, económica y social de millones de familias”, alertó la organización.

El doctor Pedro Gargoloff, especialista internacional, subrayó que el rezago en salud mental es evidente frente a la salud física. “Los presupuestos y dispositivos comunitarios son insuficientes para atender la carga real de enfermedad”, afirmó.

Entre los factores que agravan esta problemática están la pobreza, el desempleo, la violencia, la exclusión social y los desastres naturales, todos ellos detonantes de un deterioro en la salud emocional de la población.

En el foro “Panorama de Salud Mental en América Latina”, el doctor Ricardo Corral, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras, reveló que 160 millones de personas en el continente viven con algún trastorno mental.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) reporta que en 2019 hubo 650 mil muertes por afecciones mentales o neurológicas y 100 mil por suicidio en 2021; sin embargo, solo 1 de cada 5 recibe atención adecuada.

El impacto económico también es devastador. La depresión y la ansiedad generan pérdidas por más de 1 billón de dólares anuales en productividad. Expertos recalcan que cada dólar invertido en atención mental retorna cuatro veces más en beneficios, entre ahorros y productividad.

Por ello, los especialistas insisten: invertir en salud mental no es un gasto, es una inversión social y económica urgente. México necesita políticas públicas más robustas, presupuesto digno y campañas que rompan el estigma, para evitar que la próxima gran pandemia sea emocional.

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