Se explica o se sospecha

El reciente viaje del gobernador, Alejandro Armenta Mier, ha dejado más preguntas que respuestas. Aunque la Coordinación de Comunicación Social se apresuró en aclarar que se trató de un desplazamiento personal para acompañar a un familiar enfermo en Nueva York, la falta de información sobre el costo del vuelo y el uso de una aeronave privada alimenta las suposiciones, ya que en política lo que no se explica, se sospecha. El silencio del mandatario en torno a los gastos de traslado resulta especialmente incómodo para un Gobierno que presume seguir los principios de la llamada Cuarta Transformación: austeridad republicana y pobreza franciscana. No se trata sólo del destino del viaje o su motivación familiar, sino de la opacidad con que se manejaron las actividades del mandatario en Arizona desde el lunes, o si viajó desde Phoenix a la Gran Manzana o qué pasó con los acuerdos comerciales que firmaría. La contradicción entre el discurso y la práctica no es nueva, pero cada episodio erosiona más la credibilidad. Mientras Armenta Mier enfocaba su rueda de prensa de ayer en la Ciudad de México en promover eventos como la Carrera Panamericana o el foro Tech Capital, algunas preguntas quedaron en el aire: ¿quién pagó el avión? ¿por qué se dio información contradictoria sobre su paradero? En tiempos donde la rendición de cuentas debería ser la norma, el hermetismo se convierte en el peor enemigo de la confianza pública. Si el viaje fue personal, bastaba con una explicación completa. La ciudadanía no castiga la humanidad de un gobernante que cuida a un familiar enfermo, sino el encubrimiento y la incongruencia. En la era de la información inmediata, pretender que los detalles se oculten es subestimar a la sociedad que exige coherencia entre el discurso austero y la realidad del poder. ¿Será?

Manual de propaganda

La presidenta de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso del estado, la morenista Laura Artemisa García Chávez, ya cumplió con todo el manual que los antiguos propagandistas del morenovallismo aplicaban con efectividad: promoción personal a partir de la aparición en ejemplares impresos de periódicos locales, que posteriormente publican la misma portada y las fotos en diferentes anuncios espectaculares que se reparten por toda la capital. Así lo hicieron otros políticos que durante los gobiernos del PAN se lanzaron por alcaldías y la mismísima gubernatura. Tal parece que esa misma estrategia es utilizada hoy por Morena, que pretende colocar a Laura Artemisa como una posible candidata a la presidencia municipal de Puebla. Y siguiendo el manual, tal cual lo dicta la regla, Laura Artemisa ha dicho que esos espectaculares no los pagó ella, como ocurrió durante la larga precampaña de las corcholatas de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia  de la República, que distribuyeron anuncios espectaculares y pintas de bardas por todo el país, a diestra y siniestra, para decirnos “Es Claudia” o que Adán Augusto era “el más cercano” a López Obrador. Hoy, que los tribunales electorales están controlados por el partido en el poder, difícilmente podremos señalar que Laura Artemisa está realizando propaganda electoral anticipada, bajo la excusa de promover su primer informe de labores como presidenta de la LXII Legislatura local. Y de no ser así, mediante esta publicidad ¿los ciudadanos poblanos realmente la reconocerán como una buena opción para el 2027? Primero, arreglemos las calles, tapemos los baches, mejoremos el transporte público y dejemos a la ciudadanía con un buen sabor de boca del actual Gobierno municipal, para después pensar en el futuro. ¿Será?

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