En Puebla, una realidad inquietante vuelve a encender las alarmas: niños y adolescentes convertidos en halcones, mensajeros e incluso sicarios al servicio de bandas de huachicol y células dedicadas al trasiego de droga. El fenómeno no es nuevo, pero sí evoluciona con métodos más sofisticados, como redes sociales, videojuegos y mensajería en línea, herramientas que permiten a los grupos criminales operar con mayor sigilo y velocidad.
Una investigación reciente revela que estas bandas utilizan promesas de dinero fácil, coerción y la normalización de la violencia para enganchar a menores que viven en territorios con pocas oportunidades. Documentos de la Secretaría de Gobernación Federal colocan a Puebla entre las entidades con mayor riesgo de reclutamiento infantil, alertando sobre el uso de plataformas digitales para acercarse a niñas, niños y adolescentes.
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Los focos rojos se repiten: Palmar de Bravo, Tepeaca, Acatzingo, Quecholac y Acajete, municipios de la llamada franja del huachicol, figuran desde 2016 como puntos estratégicos para la captación juvenil. A ellos se suman Tehuacán, San Martín Texmelucan y el corredor Puebla–Orizaba, donde también se ha detectado la presencia de menores utilizados como halcones y burritos.
Detrás del fenómeno se identifican tanto células locales como estructuras mayores: CJNG, Cártel de Sinaloa y escisiones regionales, que buscan “mano de obra joven” para actividades ilícitas. Los métodos de captación van desde pequeñas recompensas económicas por tareas de vigilancia hasta amenazas directas, manipulación emocional y presión sobre el entorno digital del menor.
Escuelas, tianguis, canchas y especialmente videojuegos en línea se han convertido en espacios clave para el acercamiento. Fuentes policiales coinciden: la promesa de ingresos rápidos y la ausencia de redes familiares sólidas abren la puerta a un reclutamiento silencioso, que hoy se extiende tanto en zonas rurales como urbanas del estado.
Información de Quadratin

