Un nuevo informe presentado por la Red Nacional de Organizaciones de Jornaleros y Jornaleras (NDLON) reveló la profunda “deuda social” que México mantiene con sus adultos mayores radicados en Estados Unidos (EU), especialmente con aquellos sin autorización migratoria y entre quienes se encuentran personas originarias de Puebla.


El estudio, elaborado con apoyo académico de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), expone las condiciones de vida altamente precarias que enfrenta esta población envejecida después de décadas de trabajo en ambos países.
El diagnóstico incluye una encuesta sociodemográfica aplicada a mexicanos de 65 años y más que viven en Estados Unidos sin documentos.
Entre los resultados destaca que muchos de ellos son poblanos, principalmente mujeres, que migraron hace décadas y hoy sobreviven con bajos ingresos, sin seguridad social, con problemas de salud física y mental, y con una elevada vulnerabilidad habitacional.


El informe confirma que dentro de la muestra encuestada hay adultos mayores originarios de Puebla, uno de los estados con presencia significativa de migrantes que se asentaron en EU desde hace más de 30 o 40 años.

SIN PENSIÓN NI AHORROS

El panorama documentado es crítico: La edad promedio de los participantes es de 69 años; casi la tercera parte ha vivido más de 40 años en Estados Unidos; el 18 por ciento se reconoce como parte de un grupo indígena; el 17 por ciento vive completamente solo, sobre todo mujeres, agravando su vulnerabilidad, mientras que el 70 por ciento considera que en 2025 su calidad de vida empeoró.


La mayoría no cuenta con una pensión y continúa trabajando, pese a enfermedades, accidentes laborales previos y desgastes físicos propios de la edad. Sus ingresos son extremadamente bajos: el promedio mensual es de mil 314 dólares, y un 17 por ciento no tiene ingresos de ningún tipo.


En vivienda, el 70 por ciento renta cuartos compartidos, el tres por ciento vive en la calle y casi el nueve por ciento ocupa espacios improvisados como garajes o bodegas. Aunque el 72.5 por ciento tiene algún tipo de seguro médico, el 27.5 por ciento ha tenido que pagar gastos elevados que ponen en riesgo su subsistencia.
Los niveles de malestar emocional también son alarmantes: 42 por ciento presenta ansiedad o trastornos del sueño; el 32 por ciento depresión y el 13 por ciento episodios de pánico.


El estudio insiste en que México debe reconocer a sus adultos mayores en el exterior como parte integral de la nación. Por ello, NDLON propone que el programa federal Pensión para el Bienestar se extienda a las personas mexicanas mayores radicadas en Estados Unidos, incluidas aquellas de origen poblano.


Según el informe, si estas personas recibieran el apoyo bimestral (equivalente a unos 300 dólares en 2025), lo destinarían principalmente a vivienda, alimentos, medicamentos y ayuda familiar, lo que reduciría considerablemente su precariedad.

UNA NECESIDAD

Durante la presentación del informe, José Joel Paredes, director de Política, Sociedad y Análisis y representante de NDLON en México, subrayó que extender esta pensión no debe verse como un gesto simbólico, sino como una obligación sustentada en evidencia:


“Tenemos una deuda con nuestros paisanos en Estados Unidos. La solicitud de la Pensión del Bienestar ni es ocurrencia ni es un cuestionamiento: está sustentada en datos precisos y en información objetiva”, afirmó.
El informe concluye que los adultos mayores migrantes “no autorizados” han sostenido por décadas la economía mexicana y estadounidense, pero ahora enfrentan una vejez marcada por pobreza, inseguridad, enfermedad y soledad. Y advierte: las condiciones actuales exigen respuestas binacionales urgentes para saldar esta deuda histórica.

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