La Generación Z adoptó la bandera de One Piece como símbolo de protesta en México y otros países, articulando demandas de seguridad, justicia y derechos sociales.
La movilización del 15 de noviembre convocó a jóvenes que exigieron seguridad tras el asesinato del alcalde de Uruapan, suceso considerado “la gota que derramó el vaso”.
Durante la marcha, destacó la presencia de la bandera de One Piece, estandarte negro con un cráneo sonriente y sombrero de paja, convertido en emblema generacional.
Sus antecedentes surgieron en Asia, principalmente en Nepal e Indonesia, donde jóvenes utilizaron este símbolo durante manifestaciones estudiantiles y reclamos contra gobiernos locales.
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La bandera apareció frente al palacio de gobierno en Katmandú, pintada en muros de Yakarta y sostenida en marchas en Manila contra el desvío de fondos públicos.
En Indonesia, autoridades calificaron la bandera como “provocación”, lo que motivó a Amnistía Internacional a denunciar riesgos contra la libertad de expresión.
Más tarde, el símbolo llegó a protestas en Madagascar, donde las movilizaciones derivaron en la disolución del gabinete gubernamental.
En Marruecos, el colectivo GenZ 212 convocó protestas en trece ciudades con demandas de salud y educación dignas, impulsando un discurso pacífico y juvenil.
Ahora, en México, la bandera representa el reclamo por mayor seguridad ante la violencia creciente en distintas regiones del país.
Jóvenes organizadores señalan que la “bandera pirata es un lenguaje común”, al ser simple, reproducible y cargada de significados compartidos entre comunidades digitales.
Expertos destacan que símbolos como este se adaptan a cada protesta y se viralizan en TikTok, Instagram y X, ampliando su impacto global.
En One Piece, los protagonistas no son piratas tradicionales, sino jóvenes marginados que desafían a un régimen opresor, narrativa que conecta con esta generación.
Con símbolos nacidos de la ficción, la Generación Z impulsa un nuevo vocabulario político global, digital y transnacional.