El actor alemán Udo Kier, figura del cine de culto e intérprete inolvidable de memorables villanos, murió el 23 de noviembre a los 81 años en Palm Springs, California.
Su pareja, el artista Delbert McBride, confirmó el fallecimiento, aunque no reveló la causa de muerte, generando conmoción en la comunidad cinematográfica internacional.
Kier participó en más de 250 películas, consolidándose como un rostro inconfundible gracias a su habilidad para encarnar personajes oscuros, excéntricos y profundamente perturbadores.
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Nacido en Colonia, Alemania, en 1944, inició su vida de forma casi cinematográfica, pues el hospital donde nació fue bombardeado poco después de su llegada.
Él y su madre sobrevivieron entre los escombros, un hecho que marcó simbólicamente la trayectoria de un artista ligado a mundos extremos y narrativas intensas.
Su carrera se distinguió por colaborar con algunos de los directores más influyentes del cine europeo y estadounidense, convirtiéndose en un referente absoluto del género.
Kier protagonizó las producciones de Andy Warhol, como Carne para Frankenstein (1973) y Sangre para Drácula (1974), aportando un toque grotesco e inquietante a estos clásicos.
Su versatilidad lo llevó a trabajar con Fassbinder, Lars von Trier y Gus Van Sant, apareciendo en títulos icónicos como Rompiendo las olas (1996) y Mi Idaho privado (1991).
Su físico singular y su mirada penetrante lo hicieron un villano frecuente en Hollywood, donde consolidó su estatus como un actor venerado por el público alternativo.
Más allá de su filmografía, Udo Kier se convirtió en un ícono de la contracultura, influyendo en generaciones de cineastas y artistas por su estilo irreverente y su constante reinvención.
Con más de seis décadas de trayectoria, demostró que el cine puede ser un espacio para la provocación, la experimentación y la ruptura creativa.

