A primera vista, 2026 se ve como un año de baja intensidad política: las elecciones federales intermedias tendrán lugar hasta 2027 y no habrá comicios para renovar gubernaturas. Pero esto es engañoso.

Será un año políticamente intenso como antesala de las elecciones cruciales del siguiente, de entrada, por los procesos internos de los partidos. Sobre todo, debería ser un año de atención y participación ciudadana por dos razones poderosas:

1. Reforma político-electoral.
La reforma político-electoral que se quiere aprobar este año no solo puede determinar las elecciones de 2026, en el fondo y en la forma, sino que podría ser la culminación de la retracción democrática más consistente de nuestra historia reciente.

2. Nuevo partido y sociedad civil.
Podría verse el nacimiento de un nuevo partido de oposición, como Somos México, y esfuerzos renovados desde la sociedad civil para defender el Estado democrático de derecho, ante la centralización del poder y una oposición tradicional debilitada.

Para entender por qué 2026 es determinante, hay que observar los precedentes. En 2024, con fallos cuestionables del Tribunal Electoral, la coalición gobernante obtuvo una mayoría calificada artificial en la Cámara de Diputados: con 54% de la votación recibió 73% de las curules. Posteriormente, logró una súper mayoría en el Senado con la incorporación de legisladores opositores, bajo sospechas de extorsión.

Con ello, el oficialismo impulsó reformas estructurales que alteraron la división de poderes: la reforma judicial, que llevó a la elección popular de juzgadores, y la eliminación de la independencia de organismos autónomos, como el INAI.

Las elecciones judiciales del 1 de junio, con apenas 13% de participación, evidenciaron el retroceso democrático, con candidaturas definidas por tómbolas y el uso de “acordeones” para el voto inducido.

En 2026, solo habrá elecciones locales en Coahuila, pero tres organizaciones buscan su registro como partidos nacionales. Destaca Somos México, que ya cumplió con 200 asambleas distritales y suma más de 140 mil afiliados, rumbo al requisito de 256 mil.

La reforma electoral, que podría aprobarse desde febrero, plantea cambios preocupantes, como la eliminación de legisladores plurinominales, lo que podría frenar el desarrollo democrático.

Con estos antecedentes, en 2027 se renovará la Cámara de Diputados, 17 gubernaturas, más de mil diputaciones locales y centenares de presidencias municipales, además de una segunda elección judicial concurrente.

El camino hacia el 6 de junio de 2027 será largo, intenso y determinante. No solo estará a prueba el compromiso democrático de los políticos, sino también el de la ciudadanía, frente a una pregunta inaplazable: ¿queremos seguir siendo un país democrático?

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