Las Serpientes
Por Ricardo Morales Sánchez /[email protected]
El subsecretario de la Sedatu, Juan Carlos Lastiri Quirós, es, como lo dijo el periodista Rodolfo Ruiz el priista que más se esfuerza por hacerse de la candidatura de su partido a la gubernatura del estado en 2018; sin embargo, pese a haber realizado una buena movilización, el funcionario federal puso en evidencia sus debilidades.
Más allá de que Lastiri Quirós realiza un buen esfuerzo, es notorio que la mayor parte de la gente que asistió a su evento son burócratas federales, al igual que entidades como la Sedatu, Sedesol, la Secretaría de Trabajo y otras dependencias, las cuales están en manos de sus incondicionales, es decir, se engaña solo.
No puede movilizar ni mucho menos interesar a la sociedad civil, porque el burócrata de la Sedatu no tiene la menor empatía con los ciudadanos; es decir, es inodoro, incoloro e insípido. No despierta la mayor pasión, pero en todo caso sí un profundo rechazo, ya que representa lo más rancio del priismo que es señalado por la corrupción.
Aún sin entrar al tema de sus expedientes personales, luego de su paso por la Secretaría de Desarrollo Social y sus relaciones con sus múltiples parejas, el personaje no despierta el mayor interés, no suma, más allá del voto duro que de por sí ya tiene el priismo, con cualquiera que sea su candidato.
De hecho, la propia meta establecida por Lastiri para recabar firmas en favor de la consulta a la base que reclama es el voto duro que tiene el priismo, el cual se ha hido reduciendo con cada elección que pasa.
En 2010, Javier López Zavala, pese al rechazo de la sociedad hacia el marinismo, logró recabar 950 mil votos, la cifra histórica del tricolor en Puebla hasta la fecha.
En 2016, pese a que Blanca Alcalá alcanzó a tener 31% de la votación, cifra que fue mejor a la alcanzada por el tricolor en Tlaxcala y Oaxaca, el número de votos de la senadora con licencia no fue suficiente para alzarse con el triunfo, alrededor de 630 mil votos, la más baja para el priismo en varias décadas.
El piso actual del PRI se ubica alrededor de 500 mil y hasta 650 mil votos como máximo. Para poder ganar la elección en 2018, el partido que obtenga la victoria necesitará entre un millón y un millón 200 mil votos, es decir, el tricolor necesita ganar casi 600 mil votos más de la sociedad civil, ¿Lastiri será capaz de obtenerlos? Lo dudo.
Su propia imagen y su personalidad generan desconfianza entre la población, no tiene para nada un perfil ciudadano.
Estos aspectos, más bien, parecen reforzar la hipótesis de que Lastiri sería el candidato perfecto para el morenovallismo, el cual le quitaría entre 500 mil y hasta 650 mil votos a Morena, eso facilitaría el triunfo a quien vaya a ser el candidato del PAN en 2018.
El aparato morenovallista ya demostró en 2016 que, sin estar en juego las presidencias municipales, ni las diputaciones locales, pudo lograr más de 840 mil votos con los cuales ganó Tony Gali la administración estatal.
La estructura morenovallista se encuentra perfectamente bien aceitada y ya sea con Rafael Moreno Valle en las boletas como candidato a la Presidencia de la República o con Martha Erika Alonso a la gubernatura, pueden alcanzar facilmente el millón de votos que necesitan para llevarse la elección.
Si Morena sólo fuera a una elección en Puebla en contra del PAN, representado por el morenovallismo, y no hubiera un priismo fuerte para poder dividir el voto opositor, entonces las cosas serían muy diferentes para el partido que se encuentra en el poder.
Algo que se debe tomar en cuenta es que el morenogalismo irá a la elección de la mano de sus aliados tradicionales, decisión que una y otra vez ha demostrado su eficacia.
Al morenogalismo le conviene un candidato como Lastiri en la boletas, que sea incapaz de ganar el voto ciudadano, pero suficiente para poder mantener el voto duro del tricolor y evitar que éstos se vayan a Morena, el cual es el partido a vencer junto con su candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.
