Uno de los objetivos del reordenamiento era eliminar intermediarios que ofrecían “protección” a cambio de dinero; sin embargo, al día recaudan por puesto 70 pesos, revelan comerciantes

Por Osvaldo Valencia

Los vendedores ambulantes lanzan una amenaza: “O esto agarra ritmo o nos regresamos a las calles del centro”. La instalación del Corredor Comercial Temporal, dicen, ha mermado sus ventas diarias. Pero lo que no se ha detenido son las cuotas que aún pagan a sus líderes.

Fernando y Santiago llevan instalados en el corredor desde el primer día que entró en función.

Son dos jóvenes que se dedican a la venta de calzado. Pertenecen al grupo de vendedores ambulantes Antorcha Campesina.

Y aunque el programa del Ayuntamiento de Puebla proponía la autonomía del trabajo de los informales, Fernando y Santiago siguen dando su cuota diaria de 70 pesos a su líder.

“Yo no sé cómo esté el tema de las cuotas con el Ayuntamiento, nosotros seguimos dando nuestra cuota al patrón”, dice Fernando.

Se muestra inconforme tanto por la incertidumbre de las cuotas como por el lugar que ocupa ahora, en la 12 Oriente-Poniente, lejos de los locales, en donde ya tenía a sus clientes.

Así como Fernando y Santiago, decenas de ambulantes han dado su voto de confianza al proyecto en el Centro Histórico de Puebla.

Una esperanza que se ve disminuida cada día debido a las bajas ventas en los diferentes puestos, para ellos la apuesta a la iniciativa  les ha representado pérdidas.

En un día, sin considerar que sean festivos o vacaciones, vendían cerca de tres mil pesos. En la primera semana completa que pasó del Corredor sus ingresos fueron de la misma cantidad, sin considerar las cuotas que pagaron a su líder.

La misma suerte corre Francisco López, un chico de 20 años que cada día emprende el viaje desde San Pablo Xochimehuacán a las siete de la mañana, para trabajar en la colonia Centro de la ciudad.

Antes de que se pusiera en marcha el proyecto se colocaba en la 6 Poniente y la 2 Norte, en una de las entradas al antiguo mercado La Victoria, para vender mochilas y bolsas de mano para dama, ahora se instala en medio de la 3 Norte, entre la 12 y 14 Poniente.

“Pues aquí estamos, adaptándonos a algo nuevo. Es normal que las ventas caigan pues los clientes ya te ubicaban en un punto fijo. Yo creo que deben darle difusión a esto para que la gente nos vea porque si no yo no veo cómo pueda funcionar”, dice.

Francisco ignora las indicaciones puestas por el Cabildo poblano en el Código Reglamentario Municipal (Coremun) para evitar los puestos de comida asada o mantener limpias las áreas de trabajo antes de terminar sus jornadas laborales, o las medidas de los espacios que podían utilizar. “Uno solo quiere trabajar y ya”, afirma mientras ve a personas pasar a un lado de su “local”, sin siquiera preguntar por el precio.

En esos días donde los puestos de informales acaparaban las banquetas y parte del paso vehicular la ganancia de Francisco era de mil pesos, pero apenas entró al Corredor cayó a 300 pesos, sin contar lo que su jefe le da al líder ambulante de Antorcha Campesina.

“Esperemos que agarre ritmo esto porque sino tendremos que regresar a las calles que ocupábamos”, menciona de manera optimista a que mejore la venta.

El alcalde de Puebla ha comentado que el Corredor Comercial ha tenido buena aceptación por parte de las agrupaciones ambulantes y que dará resultados.

Pero Fernando, Santiago y Francisco opinan lo contrario.

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