Ofrecen al turismo nacional e internacional tres tipos de recorridos: el tradicional, con historias y leyendas; el familiar, con senderos cortos, y el extenso, ideal para los aventureros que podrán disfrutar de casi un kilómetro de caminata
Por Ilse Contreras / @Se_GatoPardo
El bosque los ha acogido, les brinda aire tranquilo y fresco, “ustedes traen buena vibra”, señaló Efraín Muñoz, un guía que muestra lo mágico del Santuario de Las Luciérnagas en el municipio de Santa Rita Tlahuapan.
Alrededor de las 20:30 horas, 50 guías y representantes de las comunidades esperaban en la Comisaría Ejidal, informaron sobre la importancia de la conservación de la flora y la fauna del bosque que abarca mil 627 hectáreas, de las cuales 300 han sido abiertas a los visitantes para los avistamientos.
Comenzó la aventura. Un manantial fue el punto de partida para llegar hasta donde se encuentran los pequeños insectos de luz.
A tres mil metros sobre el nivel del mar, un joven guía puntualizó que antes de entrar se debía “pedir permiso al señor del bosque, así como a los aluxes, ateteos y chaneques para ir y regresar a salvo”.
Efraín, a cargo del recorrido, comenzó a relatar historias mientras hacía una primera parada. La pertinaz lluvia se hizo presente en todo el camino; el aire fresco inundaba los pulmones de los visitantes.
Los relámpagos y las gotas de lluvia comenzaron a hacer efecto, “este es un bosque encantado”, refirió Efraín.
El momento llegó, las luciérnagas comenzaron a salir de entre los encinos, eran decenas que cautivaban con un baile tipo carrusel, un espectáculo maravilloso. “La hora del llamado” le dicen al momento del apareamiento.
“Es cuando las luciérnagas hacen el llamado, es la hora del llamado, así le decimos nosotros. Y qué raro, ya es muy tarde la verdad, a esta hora era para que sólo viéramos unas pocas, pero vaya que ustedes traen una buena vibra”, relató.
Las luciérnagas macho giran para buscar a la hembra y dan brincos para atraerla, una vez que se encuentran las parejas, se aparean en el suelo. El macho monta a la hembra y su luz se va apagando, es cuando muere. La hembra parpadea varias veces y sale volando para poner de 100 a 150 huevecillos sobre la hojarasca; después también muere.
Su periodo de vida es de 40 días, los huevecillos se incuban en aproximadamente un mes, luego se convierten en larvas y es cuando comienzan a producir luminiscencia; el estado de pupa o de capullo dura hasta nueve meses para luego convertirse en adultos.
Por ello se recomienda seguir los senderos y no entrar a las orillas del bosque porque si matan a una hembra, lo hacen con hasta 150 luciérnagas.
“Ya están haciendo el baile, ven ese baile de remolinito que hacen, es por la luz roja, es la que les decía, la intensidad roja que les llama”.

LA LEYENDA
Hay tres tipos de recorridos, el tradicional, con historias y leyendas; el familiar, donde hay senderos cortos, y el extensivo, que llega hasta el cerro Tetepan, situado a cuatro mil 600 metros sobre nivel del mar, ideal para los aventureros, pues es casi un kilómetro de caminata. En este último se pretende hacer un mirador, ya que se observa muy cerca Iztaccíhuatl y en la parte de atrás hay miles de luciérnagas.
“Vaya que les tocó un espectáculo, el año pasado me tocó ver a unas personas que venían muy incrédulas, muy enojadas y no pudieron ver este espectáculo tan fabuloso, fantástico”, dijo Efraín, quien relató que existe un árbol que nombraron Tres Marías en honor a tres mujeres muy bonitas que bajaban con cargamento de oro y armas de los revolucionarios zapatistas.
Un grupo que traicionó a su gente, siguió, realizó una emboscada en la zona y hubo más de 300 muertos, por eso le llaman El claro de los 300 muertos, un lugar donde no crecen los árboles, pero hay murciélagos.
Tres hermanas secuestradas por revolucionarios llegaron hasta ahí, con lluvias fuertes y un frío que calaba los huesos, cuentan que se abrazaron para darse calor y entonces un chaneque bajó de los árboles y al verlas se les acercó y les dijo: “¿Qué les pasa? ¿Quién hizo esta atrocidad? Tanta muerte, tanta sangre derramada.
Ellas contestaron: “Tenemos mucho frío”, pero, ¿quién hizo esto?, insistió molesto.
“No sabemos, no somos de aquí, ayúdenos señor?, respondieron, el chaneque se apiadó y las convirtió en un árbol de tres troncos.
Se dice que ahí habita el cuidador del monte, ateteos, protectores de las aguas, ríos, manantiales, aluxes, protectores de la tierra, se les conoce como duendes de luz al fondo de las rocas y los chaneques cuidadores de la flora y fauna.

LA HISTORIA
El bosque pertenecía al Parque Nacional Izta-Popo, el cual, se dice, fue fundado por Lázaro Cárdenas en 1935. Ahí habitan 18 especies endémicas de luciérnagas, las cuales se diferencian por su tamaño, color y tipo de alimento; algunas comen polen y plantas, otras llegan a ingerir de 60 a 70 babosas, y unos son polífagos, es decir, consumen de todo.
Efraín, guardabosque, guía turístico y promotor del lugar, relató que el espacio fue recuperado por dos personajes, Miguel Ángel de Quevedo y el último revolucionario del lugar, Enrique Sánchez Díaz, quien fue asesinado al defender las hectáreas del bosque. Después, el sobrino de Juan Sánchez Díaz, Nolberto Juan Sánchez Cortés, hizo realidad el Santuario protegiendo la naturaleza y promoviendo un proyecto de ecoturismo por casi 30 años.
Este busca ser financiado por los gobiernos, ya que contempla cabañas, tirolesa, rapel, presa para pesca deportiva, atletismo y ciclismo de montaña, caminatas a caballo y moto entre otras actividades que pueden ofrecer, además del avistamiento. Para ello, se necesitarían 20 millones de pesos.
Santa Rita Tlahuapan fue una zona revolucionaria donde se asentó el general Domingo Arenas y lugar donde emboscaron a hombres de Emiliano Zapata.
Cuando Venustiano Carranza supo de la presencia de Zapata, mandó a tres mil hombres para matar a 300 del general, quienes se resguardaban en una hacienda ubicada atrás de la Presidencia Municipal.
Carranza entró por la parte del crucero y la autopista México-Puebla, subió al Cerro de Tlahuapan y quemó la presidencia, entraron a la iglesia y comenzaron a disparar, venían a quemar el pueblo para llegar a donde estaba concentrado Zapata para matarlo.
Se cuenta que mientras disparaban a la iglesia, una mujer salió con un canasto, vestida de negro y empezó a recoger los cartuchos de los carrancistas y regañándolos les dijo:
“¿Qué están haciendo, que no ven que es la iglesia de nuestra patrona? ¿Cómo se les ocurre meterse con lo más sagrado que es Dios, por qué le hacen esto a la Santa Iglesia?”.
La mujer se retiró y entró por la parte trasera del recinto; los carrancistas la ignoraron, cuando entraron vieron la imagen de Santa Rita y se quedaron sorprendidos, se hincaron frente a la imagen diciendo: “esa era la mujer que estaba recogiendo los cartuchos”.
Subieron a donde estaba Zapata y ahí venció a los tres mil con 300 hombres. Santa Rita protegió a los revolucionarios zapatistas, fue su segunda aparición, la primera fue en el manantial Atlamayalco –lugar donde se ancha el agua–.

