
La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
Mucho ruido, pocas nueces y exceso de mediocridad hay en las quejas sobre el Comité que se encargará de elegir a los miembros del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción.
Las plañideras sollozan porque a dicho Comité no entraron dos rectores que han puesto de patas las universidades que dirigen.
Me refiero, hipócrita lector, al de la Ibero y al de la UPAEP: Fernando Fernández Font y Emilio Baños Ardavín, respectivamente.
El primero ha integrado a su planta académica a personajes que ni siquiera saben tuitear con mediana ortografía en perjuicio de gente realmente preparada que ha sido expulsada por razones que nada tienen que ver con la excelencia.
Es la segunda vez que Fernández Font vive en la rectoría de la Ibero.
La primera, hay que decirlo, lo hizo con pulcritud.
La segunda ha sido un fracaso.
Hace algún tiempo narré en este espacio una historia llena de perversidad relacionada con un destacadísimo profesional que tuvo la desdicha de trabajar en la Ibero-Puebla y haber sufrido hostigamiento laboral, campañas de desprestigio, aislamiento, saturación de tareas y congelamiento académico.
Y todo con la complacencia o el silencio o la complacencia y el silencio del sacerdote Fernández Font.
En dicha historia le conté cómo, más veloz que un jesuita en el Vaticano, Fernández Font hizo oídos sordos a un muy desagradable escándalo ocurrido en el Departamento de Arte, Diseño y Arquitectura.
No son cosas menores las que ocurrieron y de las cuales estuvieron perfectamente enterados tanto el rector como el director General Académico y el jefe de Personal.
Aquella vez escribí cosas que vuelvo a suscribir:
“¿Cómo es posible que con esa tradición a cuestas —la de los jesuitas—, Fernández Font ignore tan abiertamente un tema que atenta contra la excelencia académica y prefiera ser cómplice de una auténtica red mafiosa en la participan, entre otros, los Morales, los Berlanga, los Fernández, los Huerta, los Hoffman y los Valverde?
“¿Dónde demonios quedó el espíritu jesuita?”.
Algo bueno tiene Fernández Font: es un buen activista.
Haría menos daño en las calles con el puño levantado.
En el caso del rector de la UPAEP no hay mucho que decir:
Es un empleado de baja estofa del Yunque.
Está hecho para obedecer y defender a ex alcaldes corruptos y omisos.
Que las plañideras los rediman.
El Hombre Feliz y las Esclavas de la Trata
La próxima semana contaré en el mejor estilo del Cadáver Exquisito una trama macabra en la que tienen que ver una Fundación contra la trata de personas y un personaje feliz que tenía contactos muy estrechos con las redes que explotan a las prostitutas mexicanas y extranjeras.
Habrá carnita.
