Para una conductora de Uber laborar ahí no significa el paraíso; mientras que para un taxista su trabajo ya no le es redituable, ya que sus ganancias se han visto disminuidas desde que inició operaciones en la ciudad la empresa estadounidense

 

Por Denisse Meza

La vida de Lizbeth, el cual no es su nombre real, se resume en dos: ama de casa y conductora de Uber. Sus ganancias semanales deben mantener a sus tres hijos y ahora, tras las prohibiciones a las cuales se ha visto envuelta la firma estadounidense, entre ellas el cobro en efectivo, teme perder una parte vital de su fuente de ingreso para su familia.

“Mi jornada comienza a las cuatro de la mañana, prendo mi celular, abro la aplicación y me comienzan a llegar los viajes. Doy un recorrido hasta que dan las ocho y debo volver a mi casa para preparar a mi hija de dos años para llevarla a la guardería, después hago el desayuno para mis otros dos hijos que se van a la secundaria.

“De ama de casa vuelvo a convertirme en conductora hasta las cuatro de la tarde que regreso a mi casa a preparar la comida para mis hijos e ir por mi bebé a la guardería”, Lizbeth supervisa que todo esté en orden, vuelve al volante a las 18:00 horas para culminar su día a las 00:00 horas, cuando llega a descansar con su familia.

“Los días viernes, sábados y domingos trabajo día y noche porque el fin de semana es cuando me salen más viajes en la zona de la avenida Juárez o Cholula. Recorrer la ciudad por la noche me daba miedo pero me di cuenta de que yo, como conductora Uber, puedo estar protegida en cierta forma, pues todos los usuarios están registrados en el control del sistema que maneja la empresa, además mi jefe, el dueño del coche, tiene mi recorrido y me llama cuando llego a detenerme antes de arribar al punto de destino”, relata Lizbeth.

A la conductora se le hace injusto que ella y sus compañeros sean juzgados por los taxistas y la sociedad: “mucha gente se imagina que nosotros como conductores ganamos mucho dinero, pero no es cierto, lo que más he cobrado en la semana son mil 600 pesos. El dueño del coche que conduzco me cobra una renta de dos mil pesos, la gasolina corre por mi cuenta y en eso invierto un aproximado de mil pesos, además de la línea del celular de la cual pago 100 pesos a la semana, dando un total de tres mil 100 pesos que se le descuenta a mis ganancias semanales; Uber no es el paraíso que todos se imaginan, aquí nos fregamos todos”.

El socio y jefe de Lizbeth, en una semana “gana” alrededor de cuatro mil 865 pesos, a esto le resta 79  pesos en promociones –si el usuario es nuevo y recibe viajes gratis se eliminan las ganancias de cobro en efectivo–, así como el 25% de impuestos. Al final percibe dos mil 276. 75 pesos.

También Lizbeth debe pagar impuestos ante Hacienda y realizar servicio al carro para mantenerlo en óptimas condiciones y así poder efectuar su única forma de trabajo que le da ingresos para mantener a su familia.

La conductora de Uber gana mil 600 pesos a la semana; un taxista percibe alrededor de 600 pesos al día. / ESPECIAL

¿Y LAS GANANCIAS?

“En el caso de los cobros en efectivo, todos piensan que nos quedamos con el total de las ganancias pero no, si un usuario optó por esta medida, me paga, en la aplicación marca cobro en efectivo y al siguiente viaje en cobro electrónico, Uber me quita 50%, esto es 25% de impuestos y 25% de lo que se pagó en efectivo. Ahora, dime ¿Cuál es la ganancia?

“Además se me hace muy injusto que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes se infiltre, pida un viaje en este modo y cuando llegue a su supuesto destino nos quieran multar, a nosotros ¿por qué?, si la medida fue impuesta por la empresa, deben multar a Uber, nosotros sólo hacemos nuestro trabajo y lo que el usuario pida”, confiesa.

Lizbeth llama a los taxistas a pensar que ellos también buscan mantenerse y no sólo a ellos, también a una familia: “Déjenos trabajar, es necesaria una libre competencia”.

DEL OTRO LADO DE LA CALLE

“Ser taxista ya no es un trabajo redituable”.

Por otra parte se encuentra el taxista Jaime Paredes, quien a diario ve una disminución en sus ganancias por la llegada de Uber, la cual se agrava con la entrada de la modalidad de cobro en efectivo. Para él este oficio ya no le deja el dinero necesario para mantener a sus dos hijas.

“A las siete de la mañana, con la bendición de Dios, salgo a buscar el pasaje, a mediodía, 1 o dos de la tarde voy a comer y regreso a mi unidad a las cuatro, de ahí me sigo hasta las 11 de la noche, así es todos los días”, menciona.

Para el conductor de 46 años de edad, antes de que llegara la empresa estadounidense tenía ganancias en promedio de mil 100 pesos, las cuales obtenía laborando de 12 a 14 horas al día, ahora por las mismas horas obtiene 600 pesos diarios.

Agrega que la unidad no le pertenece y debe dar cuenta de 250 pesos al día, además de llenar el tanque de su unidad que le cuesta 200.

“Voy ganando 150 pesos y esto dependiendo de los viajes que me salgan en el día. Con eso no puedo mantener a mis dos hijas que van a la secundaria, mi hijo mayor y su mamá son los que me ayudan a sacar los gastos de la casa, el ser taxista ya no es un trabajo redituable”, menciona tajantemente.

Paredes argumenta que con Uber hay una competencia desleal porque ellos no pagan el costo de una licencia mercantil.

“Ellos no hacen un curso de certificación que cuesta alrededor de mil 200 pesos y tardan dos semanas en entregarnos.

“Si Uber o sus conductores se dieran el tiempo en ir a tramitar una concesión se tardarían de tres a cuatro meses en otorgárselas, si es que lo hacen, sino pues ni modo”, sentencia.

Para el taxista la competencia no es mala, pero lo que le molesta son los cobros en efectivo: “Cada quien con lo que le toca, (…) Yo no tengo problemas con Uber pero nos están quitando nuestro sustento”.

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