Crónicas del Tercer Piso 

Por Alejandro Bonilla Garduño

Si lo que Usted está buscando es vivir una vida de seis años de lujos, excesos y un cuasi reinado en su estado natal, debe seguir estos sencillos, pero complejos pasos para lograr su objetivo.

Uno. Realícese una operación para engrosar su voz y a pesar de eso, quede con la misma voz párvula.

Dos. Sea cómplice de cuanta canallada le proponga su jefe, el Gobernador en turno: desde desvío de recursos federales, hacerse “de la vista gorda” para tolerar grupos delincuenciales, hasta permitir que su jefe se convierta en Cónsul de México en Barcelona. Nunca negará a su padrino político.

Tres. Sea un candidato bonachón en un estado donde la alegría, a pesar de tantos años de dolor, es parte de la personalidad de su gente.

Baile en cuanto evento le inviten. Abrace a discreción y prometa cuánta barbaridad se le venga a su retorcida cabeza, claro, si los anti depresivos se lo permitan

Cuarto. Hágase de una primera dama más ambiciosa que Usted, más inteligente y sobre todo, que sea una mujer que viva decretando un futuro personal prospero (futuro propio, porque existe la posibilidad de que solicite el divorcio cuando usted, irremediablemente, caiga en desgracia –o no-).

Cinco. Rodéese de personas que compartan sus mismos gustos: cangrejos de Kamchatka vivos traídos al Aeropuerto Heriberto Jara del Puerto jarocho, botellas de vino de más de $50,000.00 cada una (precio de distribuidor, obviamente), pequeñas casitas en España, otras tantas en Costa Rica o en Woodlands. Que compartan el gusto por el dinero a manos llenas, que nos les importe que haya escases de medicinas en todos los hospitales y que el índice de homicidios del Estado sea el más alto del país.

Seis. Apoye al partidazo con dinero estatal para las elecciones federales. No se preocupe, todo ese dinero que desafortunadamente no entrará a sus cuentas de banco, son inversiones para el futuro.

¡No permita la Virgen que con los años usted tenga que salir huyendo del país y deba cobrar esos favores!

Siete. Cuando su relajito sea presentado ante los medios de comunicación nacional y estatal, échale la culpa al gobernador electo que, lógicamente, es del partido opositor a ti y que sí, te quiere en la cárcel.

Distrae la atención y di algo así como: “Javi el bueno ¡ay qué bueno! (…) Miguel el malo ¡ay que malo!”, como rezaba el célebre dueto musical entre Pedro Infante y Jorge Negrete.

Ocho. Asiste a los medios de comunicación nacional y sí que renunciarás al cargo para encargarte de atender la denuncias presentadas en tú contra.

Repite frente al espejo, para que lo puedas hacer ante las cámaras, que bajo ningún motivo vas a huir.

Al salir del noticiero, llámale a tú empleado, que será el Gobernador interino, que prepare el helicóptero.

Nueve. Ya huiste del país y no te fuiste propiamente a disfrutar tus propiedades a Europa o Estados Unidos, pero sí a uno de los corazones de la civilización maya: ¡No dejes agarrar! Y si así pasa, no hay problema: vocifera mediante mensajes motivacionales estilo Paulo Coelho que, claramente, tienen un mensaje para tus amigos que, seguramente, te deben muchos favores.

Ya te protegerán.

Diez. Cuando al fin regreses a México, rasúrate. Llega presentable.

A final de cuentas, no estarás con la población “pobre” y “mugrosa” de cualquier penal común ¡faltaba más!

¡Tú eres diferente y por eso tú sonrisa abierta! ¡No durarías más de dos horas si estuvieras en cualquier penal de Veracruz, perdón, de tu Estado hipotético!

Ojalá Javier Duarte pase muchos, muchísimos años en la cárcel y como dice la vox populi, no sea un acuerdo para que él y sí: ¡que regrese todo el dinero!

¿Será mucho pedir que vinculen a proceso a doña Karime Macías de Duarte?

 

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